Los Tres Cerditos
Audio Type:
story
Language:
Transliterated Title:
Los Tres Cerditos
English Title:
The Three Little Pigs
Audio File:
Duration:
7:20
Transcript:
El cuento que van a escuchar hoy es “Los Tres Cerditos”, narrado por Maribel.
Había una vez, cuando los cerditos podían hablar y nadie sabía lo que era el tocino, vivía una vieja mama cerda quien tenía tres cerditos.
Ellos vivían en una casa en medio del bosque, y eran tan felices como el día era largo. Hasta que un triste año cuando la cosecha no dio fruto, y la pobre Señora Cerda tenía que esforzarse mucho para llegar a fin de mes.
Un día la Sra. Cerda llamo a sus hijos y con lagrimas en sus ojos, les dijo que era hora que ella los mandara al mundo para que ellos hicieran su fortuna.
Les dio besos a sus cerditos en las mejillas, y los cerditos fueron en rumbo, cada uno tomando un camino diferente, y cada uno cargando una bolsa entre un palo en el hombro.
El primer cerdito no fue tan lejos en su camino cuando se encontró con un hombre cargando paja. Entonces el cerdito le dijo al hombre, “Por favor señor, ¿me podría dar un bulto de paja para yo construirme una casita?”
El señor era muy amable, y le dio paja al cerdito, y el cerdito construyó una linda casita con la paja.
No paso mucho tiempo que termino de construir la casita, y el cerdito estaba preparado para irse a dormir cuando llego un lobo a tocarle la puerta diciendo, “Cerdito, cerdito, déjame entrar.”
Pero el cerdito se rio y dijo, “no, no, no. No por el pelo de barbilla, -billa, -billa.”
El lobo respondió, “Entonces are que me dejes entrar, porque soplare, y soplare, hasta que haga volar tu casa.”
Y el Lobo, soplo, y la casa se derrumbó, porque era de paja y muy livianita.
Cuando la casa voló, el lobo corrió tras del cerdito y se tragó completo, no dejando ningún rasgo, ni de su colita.
El segundo cerdito, en su camino, se encontró con un hombre que llevaba un bulto de leña. Y muy amablemente el cerdito le pregunto al hombre. “¿Señor, por favor podría darme un bulto de ulex para poder construirme yo una casita?”
El amable hombre estuvo de acuerdo, y el cerdito se puso a trabajar en construirse su casita antes que anocheciera.
Apenas había terminado cuando llego el lobo tocando a su puerta. “Cerdito, cerdito, déjame entrar.”
“No, no, no. No por el pelo de mi barbilla, -billa, -billa,” le contesto el Cerdito.
“Entonces, soplare y soplare, hasta hacer volar tu casa,” contradigo el Lobo. Soplo la casa del segundo Cerdito, y se lo trago en tres mordiscos.
Ahora, el tercer cerdito, en su camino, se encontró con un hombre que llevaba en su vagón bultos de ladrillos.
El cerdito le dijo al hombre, “¿por favor me podrá dar unos bultos de ladrillos para poder construirme una casa para mí mismo?”
El hombre amable le dio ladrillos, cemento y una paleta pequeña al cerdito, y con eso el se construyó una fuerte casita bonita para sí mismo.
Cuando al fin termino, el lobo llamo a su puerta. “Cerdito, cerdito, ¡déjame entrar!”
Pero el cerdito le contesto, “no, no, no. No por el pelo de mi barbilla, -billa, -billa.”
“Si es así, entonces, soplare y soplare, hasta que se vuele tu casa,” le respondió el lobo.
Pero el lobo no pudo tumbar la casa. Al fin, no le quedo aire para soplar, y se sentó fuera de la casa del cerdito y pensó por un momento.
Luego se le ocurrió una idea. “Cerdito, cerdito. Se donde hay un campo vasto lleno de nabos.”
“¿Donde?” pregunto el cerdito.
“Detrás de la casa del granjero, pasando tres campos. Y si tu estas listo mañana temprano, yo llamare a la puerta e iremos juntos a desayunar.”
“De acuerdo,” dijo el Cerdito. “A que hora pensaba empezar?”
“A las seis de la mañana,” dijo el lobo.
Entonces, el astuto cerdito se despertó a las cinco. El se fue hacia el campo detrás de la casa del granjero y trajo a su casa un gran bulto de nabos antes de que llegara el lobo.
A las seis, el lobo llego a la casa del cerdito llamando, “Cerdito, cerdito, ¿estas listo?”
“¿Listo?” pregunto el cerdito. “¿Por qué? Si yo he ido al campo y regresado, y ahora estoy cocinando una hoya llena de nabos para desayunar.”
El lobo se enojó, pero decidió que iba atrapar al cerdito de una forma o otra, y entonces le dijo que conocía donde había un rico árbol de manzanas.
“¿Donde?” pregunto el cerdito.
“Pasando el montecito, en la orquídea de los escuderos,” contesto el lobo. “Entonces si tú me prometes no hacerme trampas, yo vendré por ti a las cinco de la mañana, e iremos juntos y cosecharemos unas dulces rojas manzanas.”
El cerito hizo por levantarse a las cuatro de la mañana, y se fue mucho antes que le llegara el lobo.
Pero la orquídea estaba muy lejos de casa, y además tenia que treparse arriba de un árbol, que era algo muy difícil para un cerdito. Antes que pudiera llenar el costal por completo de manzanas, el cerdito notó que el lobo venia hacia él.
El cerdito si que tenía miedo, pero no podía dejar que el lobo se diera cuenta, y cuando el lobo le dijo, “¿Cerdito, cerdito como es que llegaste aquí antes que yo? ¿Están ricas las manzanas?” el cerdito pronto le contesto, “Si, muy ricas, toma.”
El cerdito agarro una manzana y la lanzo lo más lejos que pudo, y mientras el lobo fue tras la manzana, el cerdito aprovecho para bajarse del árbol y correr a casa.
Al siguiente día el lobo regreso una vez más, y le conto al cerdito que iba ver una feria en el pueblo al atardecer, y le pidió si lo acompañaba.
“Claro que sí,” le informo el cerdito. “Sería un placer ir. ¿A qué hora estará listo para ir?”
“A las tres y media,” el lobo le aviso.
El día de la feria, el cerdito empezó rumbo al pueblo antes de la hora, y allí compro un barril de mantequera grande. El marchaba con el barril en su espalda cuando vio que venía el lobo.
El no sabia que hacer, y se metió dentro del barril, y cuando lo hizo, el barril empezó a rodar. Y seguía rodando hacia abajo del montecito, con el cerdito lloriqueando dentro.
El lobo pensó que cosa más rara estará rodando para bajo del montecito que volteo la cola y se echó a correr de miedo hacia la casa del cerdito para contarle que susto le había pegado el barril que rodaba.
El cerdito se empezó a carcajear cuando se lo conto. “¿Si te espantaste? Yo había ido a la feria y compré el barril de mantequera, y cuando te vi me escondí dentro y rodé dentro de él.”
Esto hizo que el lobo se enfureciera más que había estado, que declaro que se tragaría al cerdito, y que se metería a la casa por la chimenea.
Pero cuando el lobo escalo la casita, y bajo por dentro de la chimenea, se cayó encima de a un fuego que el cerdito había encendido para cocinar un caldo. El lobo se quemo la cola y salió volando por la puerta de enfrente.
El lobo nunca volvió a molestar al cerdito y el cerdito siguió viviendo cómodamente en su bonita casita de ladrillos.