La Rana Que Queria Ser Toro
Audio Type:
story
Language:
Transliterated Title:
La Rana Que Queria Ser Toro
English Title:
The Frog Who Wanted to be a Bull
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Duration:
5:27
Transcript:
La Rana que Queria Ser Toro
Había una vez una rana que no se gustaba para nada. Todos los días, se acercaba al estanque más cercano para ver su reflejo en las aguas y se deprimía mirando todos sus defectos ¡Qué fea y triste se sentía!
Detestaba su gigantesca boca de buzón que, por si fuera poco, emitía sonidos carrasposos que nada tenían que ver con los dulces cantos de los pajaritos. También pensaba que el color verde lechuga de su cuerpo era feísimo, y estaba obsesionada con las manchas oscuras que cubrían su piel porque, según ella, parecían verrugas. Pero sin duda lo que más se lamentaba era su tamaño porque el hecho de ser tan pequeña le hacía sentirse inferior a la mayoría de los animales.
Cada mañana, después de contemplarse en el estanque, regresaba a su casa lamentando su mala suerte. El camino siempre era el mismo: soltaba unas cuantas piedras, recorría un camino lleno de hongos rojos con lunares blancos, y atravesaba la pradera donde vivía un viejo toro. En cuanto lo veía, la rana no podía evitar hacer un alto en el camino y quedarse pasmada mirando su gran figura.
– ¡Ay, qué suerte tiene ese toro! ¡Me encantaría ser tan grande como él!
Harta de sentirse insignificante, una tarde de primavera reunió a su pandilla de amigas ranas y mandó que se sentaran todas a su alrededor.
– Escúchenme, chicas: ¡Se acabó esto de ser pequeña! Voy a intentar agrandarme lo más que pueda y quiero que me digan si lo consigo ¿De acuerdo?
Las amigas se miraron preocupadas y empezaron a negar la cabeza para que no lo hiciera, pero no les sirvió de nada pues nuestra protagonista estaba completamente decidida.
Sin esperar ni un minuto más, se concentró, cerró los ojos, abrió la boca e inhalo todo el aire que pudo. Apretó la boca para no desinflarse, y preguntó a las otras ranas.
– ¿Ya soy tan grande como el toro?
Una de ellas contestó:
– ¡Para nada! Te has inflado un poco, pero estas muy lejos de ser enorme.
La rana seguía aferrada y se estiró como una gimnasta para tratar de retener aún más aire. Su pequeño y resbaladizo cuerpo se hinchó por lo menos el doble y tomo una forma redonda ¡Parecía una pelota!
– ¿Y ahora? ¿Lo he conseguido, chicas?
¡Las ranas se miraron atónitas! Pensaban que su amiga estaba loca de remate, pero ante todo debían respetar su decisión y ser sinceras con ella. La más pequeña le dijo:
– ¡Qué va! Has crecido bastante pero el toro sigue siendo infinitamente más grande que tú.
La rana no estaba dispuesta a rendirse tan pronto. Dejó la mente en blanco y respiró muy, muy profundamente. Entró tanto aire en su tripa que se oyó un ¡PUM! y la pobre reventó como un globo.
– ¡Ay, ay, qué dolor! ¡Socorro! ¡Ayúdenme!
Las amigas corrieron a su lado ¡Se asustaron mucho cuando la vieron tendida boca arriba en el suelo y con un agujero en la barriga!
– Esto duele mucho ¡Hagan algo o me muero!
Por suerte, una de las ranas era doctora y conocía bien los recursos que ofrecía la madre naturaleza. Buscó a su alrededor y encontró una telaraña sin dueña para usarla como hilo de coser, y con ayuda de unos palitos, la operó de urgencia. Gracias a su habilidad como cirujana, consiguió salvarle la vida.
La rana herida se recuperó en unas semanas y desde entonces cambió completamente su actitud. Jamás volvió a sentirse mal consigo misma y se dio cuenta de que ser una pequeña rana tenía sus ventajas: podía nadar en el estaque, dar brincos espectaculares, jugar a las escondidas detrás de las hojas, y muchas cosas que el toro jamás podría hacer ni en sus mejores sueños. Descubrió que uno es mucho más feliz cuando se acepta tal y como es.
Moraleja: Es absurdo intentar cambiar para convertirnos en algo que jamás seremos. Todos nacemos con cualidades diferentes, lo bueno es saber cómo aprovecharlas. Siéntete orgulloso de cómo eres y disfruta de las capacidades que tienes ¡Seguro que son muchas más que tus defectos!