La Lechera

La Lechera Había una vez una niña, hija de un granjero, que ayudaba a sus padres en las tareas de casa y con el cuidado de los animales de la granja. Una mañana, tras ordeñar la leche de las vacas, la madre de la niña se sintió mal y no quiso salir de la casa. Entonces, le pidió a su hija que llevara la leche al mercado para venderla. La niña, muy responsable, le contestó muy contenta que sí. Y más contenta se quedó cuando su madre le prometió que todo el dinero que ella ganara con la venta de la leche sería para ella. La niña cogió el cántaro lleno de leche y salió de la granja en dirección al pueblo. Por el camino, ella empezó a hacer planes con lo que ganaría. - Cuando yo venda esta leche, compraré trescientos huevos. Los huevos por lo menos me darán doscientos pollos descartando los que no nazcan. Los pollos estarán listos para venderlos cuando los precios de ellos estén en lo más alto, de modo que para fin de año tendré suficiente dinero para comprarme el mejor vestido para asistir a las fiestas. Y ella seguía perdida en sus pensamientos: - Cuando esté en el baile todos los muchachos me pretenderán, y yo los evaluaré uno a uno. Pero en ese momento la niña que iba muy despistada, no se dio cuenta que había una piedra en el medio del camino y acabó tropezando y cayendo al suelo. El cántaro voló por el aire y se rompió tirando toda la leche. La niña, decepcionada y herida, se levantó y lloro: - ¡Qué desgracia! Ya no tengo nada que vender, no tendré huevos, ni pollitos, ni vestido... eso me pasa por querer demasiado. Y fue así como la niña, frustrada, se levantó, volvió a la granja y reflexionó sobre la oportunidad que tuvo y que derramó por el suelo. Moraleja: No anheles impaciente en buen futuro, que ni el presente está seguro.