El Perro Dormido y El Lobo
Audio Type:
story
Language:
Transliterated Title:
El Perro Dormido y El Lobo
English Title:
The Sleeping Dog and the Wolf
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Duration:
3:41
Transcript:
El Perro Dormido y El Lobo
Había una vez un perro que pasaba las horas acostado en el portal de la casa de sus dueños.
Le encantaba estar allí durante el día pues era un sitio fresco y disfrutaba mirar pasar a la gente que iba y venía del mercado. La tarde era su momento favorito porque se tumbaba encima de un tapete, apoyaba la cabeza sobre las patas y gozaba de una merecida siesta.
En una ocasión dormía profundamente cuando un lobo salió de la oscuridad y se lanzó sobre él, dispuesto a darle una buena mordida. El perro se despertó asustadísimo, le rogó que no lo hiciera.
– ¡Un momento, amigo lobo! – gritó dando un salto hacia atrás – ¿Me has visto bien?
El lobo frenó en seco y lo miró de arriba abajo sin entender lo que pasaba.
– Sí… ¿Qué pasa?
– ¡Mírame muy bien! ¡Apoco no vez que soy puros huesos!
– ¡No me importa! ¡Voy a comerte ahora mismo! – amenazó el lobo abriendo el hocico, enseñando sus colmillos filosos.
– ¡Espera, te propongo un trato! Mis dueños están a punto de casarse y celebrarán con un gran banquete. Por supuesto yo estoy invitado y aprovecharé para comer y beber hasta reventar.
– ¿Y eso que tiene q ver conmigo? ¡Tu vida termina aquí y ahora!
– ¡Claro que importa! Comeré tanto que engordaré y luego tú podrás comerme ¿O es que sólo quieres comer huesos?
El lobo pensó que no era mala idea y que, además, el perro parecía muy sincero. Por tragón, se dejó convencer y aceptó el trato.
– ¡Está bien! Esperaré que pase el día de la boda y por la tarde a esta misma hora vendré a por ti.
– ¡Descuida, amigo lobo! ¡Aquí estaré en el portal!
El perro vio al lobo marcharse, mientras por su cara caían gotas de sudor ¡Por un pelito se salvó!
Llegó el día de la fiesta y el perro, que era muy querido por toda la familia, participó en el gran banquete. Comió, bebió y bailó hasta que se fue el último invitado. Cuando la fiesta terminó, estaba tan cansado que no tenía fuerzas más que para dormir un rato y descansar, pero sabía que el lobo aparecería por allí, decidió no bajar al portal sino dormir al fresco en la repisa de la ventana. Desde lo alto, vio llegar al lobo.
– ¡Eh, perro flaco! ¿Qué haces ahí arriba? ¡Baja para a cumplir con el trato!
– ¡Ay, lobo, q crees! Ya no dormiré en el portal, a partir de ahora, pasaré las tardes tumbado en la ventana, contemplando los árboles y escuchando el canto de los pájaros. ¡Aprender de los errores es de sabios! Se acurrucó tranquilo y el lobo se fue con la cabeza agachada por haber sido tan tonto, glotón y confiado.