Las Manchas Del Sapo
Audio Type:
story
Language:
Transliterated Title:
Las Manchas Del Sapo
English Title:
The Toad's Spots
Audio File:
Duration:
4:41
Transcript:
Las Manchas Del Sapo
Hace cientos de años, los sapos eran muy parecidos a los de ahora, pues también les encantaba saltar y bañarse en los charcos.
La única diferencia es que, por esos tiempos, no tenían manchas en su brillante y resbaladiza piel.
Cuenta la leyenda que un día, hubo un sapo que no tenía amistad con un águila. En realidad, se llevaban bastante mal. El ave le tenía coraje y un día decidió burlarse de él, aprovechando que en el cielo iba a celebrarse una gran fiesta.
- ¡Hola, amigo sapo! Esta noche hay una celebración estupenda en las nubes y me gustaría invitarte. Como tú no vuelas, yo te llevaré conmigo.
– ¡Oh, muchas gracias por pensar en mí! Iré si llevas tu guitarra ¿Qué te parece?
– Sí, me parece una buena idea ¡Será una fiesta con música y baile para todos!
Se despidieron y quedaron en verse antes del anochecer. Salía la luna cuando el águila fue a la casa del sapo con la guitarra bajo el ala.
- ¿Estás listo, amigo? Se hace tarde y debemos irnos ya.
– ¡Todavía no! No he acabado de arreglarme y tengo que terminar de hacer unas cosas. Si te parece, ve volando despacio y enseguida te alcanzo.
– De acuerdo, pero no te tardes.
Mientras el águila se despedía de la familia del sapo, éste aprovechó para esconderse en el agujero de la guitarra, pues en el fondo, tanta amabilidad le hacía extraño y no se confiaba mucho de que el águila lo dejara caer en pleno vuelo. Por su parte, el águila, partió hacia las nubes pensando en lo tonto que era el sapo si creía que él solito iba a llegar tan lejos y tan alto.
Cuando la reina de las aves llegó al cielo, se encontró una fiesta de lo más animada. Había música, comida y todos parecían estar pasándoselo de lo mejor. Un buitre se acercó a ella y le preguntó:
– ¿No iba a venir contigo el sapo?
– ¡Qué va! ¿Cómo va a llegar hasta aquí sin mi ayuda?
Pero el sapo sí había llegado al cielo, escondido en el agujero de la guitarra. Gracias a su astucia, se había colado en la fiesta y estaba decidido a disfrutar al máximo. Salió como pudo del hueco y se plantó ante todos los invitados.
Era un sapo muy simpático y divertido; en cuanto tuvo oportunidad, empezó a cantar y a hacer acrobacias tan graciosas que se metió a los asistentes en el bolsillo. Todos le ovacionaron menos el águila, que vio al sapo de lejos con coraje y envidia.
– ¡Ese anfibio es un presumido! ¡No lo soporto!
Cuando terminó el alboroto, el águila se acercó a él.
– Veo que has conseguido llegar por ti mismo… Vamos, es la hora de volver a casa. Si quieres puedo llevarte.
Pero el sapo seguía sin confiar de las buenas palabras del águila.
– No te preocupes, amiga. Vete tú que yo voy a quedarme un rato más para ayudar a limpiar. Luego te alcanzo.
El águila accedió y se dio media vuelta, pero de reojo vio cómo el sapo volvía a meterse en el agujero de su guitarra. Disimulando que no se había dado cuenta, agarró la guitarra con sus garras y comenzó el camino de regreso a la Tierra. Atravesó las nubes volando rápidamente y cuando iba a máxima velocidad, tiro la guitarra y dejó que el sapo se fuera al vacío en caída libre.
¡Pobre animal! Aterrorizado, vio que el suelo estaba cada vez más cerca y sus ojos se clavaron en una piedra enorme. Cuando estaba a punto de chocar, gritó:
- ¡Quítate, piedra quítate que te rompo!
Pero lógicamente, la piedra no se movió y el pobre sapo se estampó contra ella. Milagrosamente, se salvó de una muerte casi segura, pero su cuerpo quedó lleno de moretones que jamás desaparecieron. Sus hijos y sus nietos heredaron estas manchas y desde entonces, todos los sapos nacen con la piel llena de verrugas y manchas oscuras.