La Puma Aprende Una Leccion
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La Puma Aprende Una Leccion
English Title:
Puma Learns a Lesson
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El Puma Aprende Una Lección
Se cuenta que hace muchísimos años, había un puma negro como el carbón y fuerte como ninguno.
Sabiendo que su presencia causaba miedo a los demás animales de su entorno, disfrutaba dándoles sustos siempre que podía.
Si los encontraba distraídos, de repente rugía causándoles un gran sobresalto. Otro de su pasatiempo favorito era trepar los árboles sin hacer ruido, y saltar tan cerca de ellos que salían corriendo aterrorizados. El puma se divertía mucho con estas bromas pesadas, pero lo cierto es que los demás animales estaban hartos de su mal gusto.
Un día, el puma iba corriendo tan rápido que se tropezó con la casa de un pequeño saltamontes y la destrozó. El saltamontes se enojó muchísimo.
– ¿Te parece bonito lo que has hecho? – le dijo enfurecido, enfrentándose a él muy valiente – Estoy harto de que actúes tan arrogante ¡Mira lo que haces con tus tonterías!
– ¿Cómo te atreves a hablarme así? – El puma rugió con tanta fuerza que se oyó a cien metros a la redonda – Un insecto tan poca cosa como tú no tiene que decirme lo que debo o no debo hacer ¡faltara más!
– ¿Eso piensas? – chilló el saltamontes queriendo parecer amenazante – Tú has pateado mi hogar y tendrás que hacerte cargo de los gastos de la reconstrucción.
– ¡Ja ja ja! ¡No Me digas, estas tonto! Quítate de mi camino y déjame pasar. Tengo cosas más importantes que hacer que estar aquí perdiendo el tiempo contigo.
El puma se disponía a irse sin dar su brazo a torcer, y sin pedir disculpas. El saltamontes, estaba enfurecido.
– Como eres tan valiente y te crees el más fuerte y listo que todos, te reto a una lucha. Mañana a esta hora, nos enfrentaremos aquí mismo. Yo junto a mi ejército y tú al tuyo ¡Ya veremos quién gana!
– ¡Está bien! Tú y los tuyos tendrán su merecido y aprenderán a respetarme- rugió el puma, convencido de que el pequeño saltamontes tenía todas las de perder.
Cada uno por su lado, fueron en busca de sus tropas. El saltamontes reunió a sus amigas las avispas; el puma, a de sus colegas los zorros. Cuando llegó la hora de la lucha, aparecieron los dos bandos dispuestos a enfrentarse. Se miraban unos a otros con desprecio y vigilando cada movimiento.
Uno de los zorros, decidió que era el momento de atacar. Miró al puma para pedir su aprobación y cuando éste asintió con la cabeza, animó a los demás a lanzarse contra los contrincantes.
– ¡Al ataque! ¡Que no quede ni uno de esos insectos!
El saltamontes reaccionó y también gritó a su ejército de avispas.
– ¡Vamos chicas! ¡Esto es pan comido! ¡Al ataque!
El puma y los zorros eran mucho más grandes en tamaño y fuerza, pero no contaban con el arma secreta de las avispas, que sacaron sus afilados pinchos y picaron los lomos de sus enemigos, una y otra vez.
El puma y los zorros comenzaron a revolverse y a saltar por el insoportable dolor.
Tan mal lo estaban pasando que salieron disparados hacia el lago más cercano y se lanzaron al agua para aliviar el dolor. Sumergieron sus cuerpos excepto las cabezas. Las decenas de avispas bajo órdenes del saltamontes se quedaron zumbando a corta distancia sobre ellos. Si el puma y los zorros querían salir del agua ¡zas!… ¡Volverían a picarles! Así que tuvieron que quedarse durante horas remojándose.
Llegaba la noche y, la temperatura del agua bajaba y la humedad en sus huesos se hizo insoportable. Tenían hambre, sed, y ya no podían más. Estaban agotados por el esfuerzo de mantenerse a flote. Dejando a un lado su orgullo, el puma se rindió.
– Está bien, saltamontes. Admito que me he equivocado. Tú y tu ejército han ganado la batalla – reconoció con voz cansada.
El puma se sentía muy humillado, pero no le quedaba otra opción. El saltamontes suspiró y aplaudió a sus fieles amigas las avispas como agradecimiento por su ayuda. Después, miró a los ojos al puma.
– Espero que hayas aprendido tu lección. La fuerza no es lo más valioso que uno tiene. Tampoco lo es el tamaño ni el creerse mejor que los demás.
Y que te quede claro: por pequeños que seamos algunos, unidos podemos vencer hasta al más poderoso.