Como le salio la joroba al camello
Audio Type:
story
Language:
Transliterated Title:
Como le salio la joroba al camello
English Title:
How the Camel Got His Hump
Audio File:
Duration:
4:56
Transcript:
Cómo le salió la joroba al camello
Al principio de los tiempos, cuando el mundo era muy joven y los animales empezaban a repartirse los trabajos para ayudar al hombre, había un camello que se negaba a trabajar. El muy holgazán se pasaba el día tendido en la arena, tomando el sol y masticando palitos. Cada vez que alguien le dirigía la palabra, contestaba:
—¡No me jorobes!
El lunes, se presentó un caballo con la silla y el bocado puestos, y le dijo:
—Camello, ven conmigo y corre como hacemos todos.
—¡No me jorobes! —respondió el camello.
Y el caballo se marchó y le contó todo al hombre.
El martes, el perro fue a verlo con un palo en la boca y le dijo:
—Camello, busca y lleva cosas como hacemos todos.
—¡No me jorobes! —respondió el camello.
Y el perro se marchó y le contó todo al hombre.
El miércoles, fue a verlo el buey con el yugo en el cuello y le dijo:
—Camello, ven y ara como hacemos todos.
—¡No me jorobes! —respondió secamente el camello.
Y el buey se marchó y le contó todo al hombre.
Al final del día, el hombre llamó al caballo, perro y buey y les dijo:
—Siento mucho que el camello no quiera colaborarles. Él es terriblemente perezoso y yo no puedo hacer otra cosa que dejarlo tranquilo. Por lo tanto, ustedes tendrán que hacer su trabajo.
Estas palabras enfurecieron muchísimo al trío de animales. Así estaban las cosas, cuando apareció un genio volando en una nube de polvo y se detuvo ante ellos.
—Genio del desierto, ¿te parece justo que, siendo este mundo tan nuevo alguien pueda ser tan vago? —dijo el caballo.
—¡Claro que no! —respondió el genio— Imagino que me estás hablando del camello. Es al único al que he visto vagando.
—Sí, es el camello de quien hablo, siempre que le pedimos que trabaje dice: «¡No me jorobes!» —contestó el perro—. Y tampoco quiere recoger cosas y llevarlas de vuelta al hombre.
—¿Ha dicho alguna otra cosa? — preguntó el genio.
—No, solo dice: «No me jorobes», y tampoco quiere arar la tierra —añadió el buey.
—Muy bien —dijo el genio—, en un momento verán cómo le daré al camello su merecida lección.
El genio se envolvió en su nube de polvo y se fue a buscar al camello. Al día siguiente, lo encontró tendido en la arena haciendo absolutamente nada y le dijo:
—Amigo camello, ¿es cierto que te niegas a colaborar con las tareas de este mundo nuevo?
—¡No me jorobes! —respondió el camello.
La insolencia del camello tomó por sorpresa al genio. Con el dedo en la barbilla empezó a pensar en un poderoso hechizo. El camello se había levantado para admirar su reflejo en un charco de agua.
—Por culpa de tu pereza, has hecho que los tres animales tengan que trabajar más.
—¡No me jorobes! —exclamó el camello.
—No vuelvas a decirme eso —le advirtió el genio—. ¡Te ordeno que te pongas a trabajar inmediatamente!
El camello miró al genio y dijo otra vez:
—¡No me jorobes!
Pero con solo decirlo, vio cómo su lomo, del que se sentía tan orgulloso, se hinchó y se hinchó hasta convertirse en una enorme joroba.
—¿Ves lo que te ha pasado? —dijo el genio—. Es la joroba que tú mismo te has puesto encima por haragán. Hoy es jueves y desde el lunes no has hecho nada.
—¿Cómo quieres que trabaje con esta joroba en la espalda? —preguntó el camello.
—Esa joroba tiene un propósito —contestó el genio—, y todo porque has perdido tres días. Ahora podrás trabajar tres días sin comer, porque puedes vivir de tu joroba; y no digas que no he hecho nada por ti. Sal del desierto, ve con los tres animales y pórtate bien.
Desde aquel día, el camello anda con su joroba a cuestas. Aunque siendo un tanto vanidoso, prefiere que la llamen giba.