Porque el oso duerme todo el invierno
Audio Type:
story
Language:
Transliterated Title:
Porque el oso duerme todo el invierno
English Title:
Why the Bear Sleeps All Winter
Audio File:
Duration:
5:05
Transcript:
El cuento que van a escuchar hoy es “Porque el oso duerme todo el invierno”, narrado por Maribel.
Érase una vez, un pequeño Conejo, bastante sobrio y trabajador, vivía en el bosque, y justo al lado vivía un gran oso pardo.
Ahora bien, el Conejo nunca molestaba a sus vecinos en aquellos días, ni se entrometía en sus tareas domésticas, ni jugaba ninguna broma como lo hace ahora. En el otoño, recogía sus bellotas, sus nueces de cerdo y su tabaco de conejo. En una mañana helada, salía con el Zorro para la casa del granjero; y mientras el Zorro cuidaba de los gallineros, el Conejo recogía repollos, arrancaba nabos y recogía zanahorias y chirivías para su bodega. Cuando llegaba el invierno, nunca dejaba de compartir su tienda con un ratón de campo errante o una ardilla listada viajera.
Ahora bien, en aquellos días, el viejo Oso no se contentaba con hacer sus propias tareas domésticas, y dormitar al sol, y recoger miel silvestre en el verano, y cavar en busca de ratones de campo en el invierno. Estaba lleno de travesuras y siempre estaba jugando malas pasadas. De todas las bestias del bosque, a la que más le gustaba molestar era al sobrio Conejo.
Tan pronto como el Conejo se mudó a un nuevo tocón de árbol, y llenó sus contenedores con verduras, y su despensa con ensalada, llegó el viejo Oso y se llevó todas sus provisiones.
Tan pronto como el Conejo llenó su casa de hojas secas y cálidas para una cama, apareció el viejo Oso espeluznante, espeluznante, rastrero, y trató de meterse también en la cama, y por supuesto era demasiado grande.
Al final, el Conejo no pudo soportarlo más y fue a ver a todos sus amigos del bosque para pedirles consejo.
El primero con el que se encontró fue el Rana, sentado a la orilla del estanque y metiendo los pies en el agradable y fresco barro.
—¿Qué voy a hacer, Rana? —preguntó el Conejo—. "El Oso no me dejará solo".
—Preguntémosle al Ardilla —dijo el Rana—.
Así que los dos fueron a ver al Ardilla, cascando nueces en el árbol de nogal.
—¿Qué haremos, Ardilla? —preguntó el Rana—. "El Oso no dejará solo al Conejo".
—Preguntémosle al Topo —dijo el Ardilla, dejando caer sus nueces—.
Así que los tres fueron a donde el Topo estaba cavando el sótano para una nueva casa, y dijeron:
—¿Qué haremos, Topo? El Oso no dejará solo al Conejo".
—Preguntémosle al Zorro —dijo el Topo—.
Entonces el Topo, el Ardilla, el Rana y el Conejo fueron a donde el Zorro estaba peinando su maleza detrás de un arbusto, y le dijeron:
—¿Qué haremos, Zorro? El Oso no dejará solo al Conejo".
—Vayamos a ver al Oso —dijo el Zorro—.
Así que todos fueron con el Conejo, y buscaron y buscaron al viejo Oso, pero no pudieron encontrarlo. Buscaron y buscaron un poco más, y se asomaron en un árbol hueco. Allí reposaba el viejo Oso, profundamente dormido.
—Silencio —dijo el Zorro—.
Luego le susurró al Rana, al Ardilla, y el Topo: "Trae un poco de barro, trae algunas hojas, y trae un poco de tierra".
Y al Conejo le dijo: "Estas preparados para hacer lo que yo les digo".
Así que el Rana trajo barro, la Ardilla trajo hojas, el Topo trajo tierra y el Conejo estaba listo.
Entonces el Zorro le dijo al Conejo: "Tapa los extremos del tronco del árbol.”
Así que el Conejo tomó el lodo, las hojas y la tierra, y tapó los extremos del tronco. Luego martilló con fuerza con sus dos patas traseras, que son buenas para martillar. Y todos se fueron a sus casas, porque pensaban que el viejo Oso nunca, nunca saldría del tronco.
Bueno, el viejo Oso durmió y durmió, pero después de un rato se despertó y abrió un ojo. No vio la luz del sol, así que pensó que todavía era de noche y se fue a dormir de nuevo.
Después de otro tiempo, se despertó de nuevo, pero escuchó la lluvia y la aguanieve golpeando afuera, y estaba muy cálido y seco adentro.
-¡Qué noche tan larga! -dijo el viejo Oso, y se acurrucó en las patas y se durmió de nuevo.
Esta vez, solo durmió, y durmió, hasta que comenzó a hacer mucho calor dentro del tronco, y escuchó en sus sueños los pasos de los pájaros afuera.
Entonces se despertó, se estiró y se sacudió. Se frotó los ojos con las patas, y apartó el barro, las hojas y la tierra, y salió.
Pero, ¿Cómo no se sorprendió?
Había sido una noche helada cuando se había ido a dormir, y ahora el bosque estaba verde. El Viejo Oso había dormido todo el invierno.
-“Ha sido un buen y largo sueño” -dijo el viejo Oso, mientras se dirigía a la casa del Conejo para ver si desayunaba algo bueno-. “Volveré a dormir el próximo otoño.”
Así que todos los veranos, el viejo Oso le juega una mala pasada al pequeño Conejo, pero cuando llega el otoño, se aleja a un lugar cálido y oscuro para dormir hasta la primavera.
Y también lo han hecho sus nietos y sus bisnietos desde entonces.