La Engreída Rama de Manzana
Audio Type:
story
Language:
Transliterated Title:
La Engreída Rama de Manzana
English Title:
The Conceited Apple Branch
Audio File:
Duration:
6:58
Transcript:
“La Engreída Rama de Manzana”
Era el mes de mayo. El viento seguía soplando frio, pero de arbusto a árbol, de fil a flor, vino un sonido rico de bienvenida, “La primavera a llegado”. Las flores silvestres llenaron los matos. Debajo de un arbolito de manzana, la primavera parecía ocupada, y conto su cuento desde una de las ramas por cual se sostenía, fresca y floreciente y cubierto con pétalos delicados listos para abrirse.
La rama estaba consiente de que tan bella era. Y fue no sorpresa ver cuando un carruaje de nobleza, quien llevaba una joven condesa paro en el camino a ver la rama más de cercas.
La joven dijo que era el objeto más lindo que había visto, un emblema de la primavera en su más encantadora aspecto. Entonces, la rama fue cortada para ella, y la joven la detuvo en sus manos delicadas, y le dio protección con su sombrilla de seda.
El carruaje los llevo hasta un castillo, donde había pasillos amplios y elegantes. Cortinas puras blancas, colgaban alrededor de las ventanas abiertas, y bellas flores se mantenían paradas en los floreros, brillantes y transparentes.
Y en uno de ellos, que parecía cortado de la nieve recién caída, se coloco la rama de manzana, entre unas ramitas frescas y ligeras de hayas. Fue una vista deslumbrante. Entonces la rama se enorgulleció, lo que parecía mucho a la naturaleza humana.
Personas de todo tipo entraron al cuarto, y de acuerdo con su nivel social, se atrevieron a expresar su admiración. Unos pocos dijeron nada, otros hablaban demasiado, y la rama empezó a comprender que había mucha diferencia entre los personajes humanos, al igual que las flores y plantas.
Algunos son todos para la autoridad y el desfile, otros tienen mucho que hacer para mantener su propia importancia, mientras que el resto podría salvarse sin manchas perdidas para la sociedad.
Mientras la rama de manzana se mantenía parada entre la ventana, el veía la vista por el jardín, la flores y las plantas eran suficiente para que el pensara y reflexionara, que unas eran ricas y bellas y otras pobres y humildes.
“Pobres hierbas, que lastima me dan” dijo la rama. “sí que hay una diferencia entre ellas y yo. Que infelices ellos se deberían sentir, si pudieran sentir como se sienten los de mi posición. Si que hay una gran diferencia, y lo debería haber. O si no todos seriamos iguales.”
La rama los veía con lastima, especialmente a la flor que se encontraban en los campos y entre las acequias. Nadie las juntaba para crear un ramo. Eran demasiado comunes. Se conocían de crecer asta entre el pavimento, creciendo por donde sea como hierba mala, y llevaban el feo nombre de dientes de león.
La rama continúo hablando, “pobres plantitas. No es culpa suya que tengan mal aspecto y que tengas nombre desagradable. Pero entre las plantas como los hombres, tiene que haber una diferencia.”
“Una diferencia?” grito la voz del sol. “Tú no vez mas allá de lo que tienes enfrente, ni muy claramente. ¿Cuál es la flor que te da tanta lastima?”
La Rama contesto, “El diente de león. Nadie las rejunta para el arreglo de un ramo, siempre es pisoteada debajo de un zapato, hay muchas de ellas, y cuando empiezan a soltarse para sembrar, tienen flores como la lana, que vuela con el viento por las carreteras y se le pega a la ropa de la gente. Son mala hierba, pero por supuesto que nomas son mala hierba. Doy gracias que no soy como una de esas flores.”
En ese momento, a través del campo del jardín, un grupo de niños jugaban, y el menor y mas pequeño de ellos, quien tenía que ser cargado por los demás, fue sentado en el sácate, entre las flores amarrillas. El reía con alegría y emoción, y pateaba con sus piernas, rodaba, y arrancaba las flores amarillas, besándolas con su inocencia.
Los niños mas grandes arrancaban las flores con los tallos largos, y las doblaban uno alrededor del otro, uniéndolos. Primero hicieron un collar, luego una cadena para los hombros, y otra para colgar de la cintura, y la última, una corona para llevar puesta en la cabeza, de modo que se veían bastante bien con sus adornos de flores y tallos verdes de oro.
Pero los niños más mayores entre ellos, rejuntaba las flores transparentes, que sostenían en el centro las semillas juntas, y se parecían en forma de una corona blanca plumosa. Estas flores de lana suelta y aireadas son muy hermosas y parecen plumas finas de nieve.
Los niños las detuvieron junto sus labios y trataban de soplar todas las semillas con un gran soplido. Las abuelas de ellos les habían dicho que quien hacia esto, tendría nueva ropa al fin del año. El nivel social de esta plantita subió a la posición de un astrólogo o adivino.
“Vez,” dijo el Sol, ¿“puedes ver la belleza de estas flores? ¿Puedes ver la alegría que traen con sus poderes?”
“Si, a los niños,” dijo la rama.
De rato, una anciana mayor, vino al campo del jardín y con una navaja, empezó a cortar unas plantas de diente de león desde las raíces. Con esto ella iba hacerse un té y lo demás lo iba vender a un farmacéutico para obtener dinero.
“Pero la belleza vale mas que todo esto,” dijo la rama de manzana, “nomas los elegidos podrán entrar al reino de la belleza. Hay una diferencia entre planta, igual como hay una diferencia entre los hombres.”
El sol hablo sobre su amor por todas las cosas, cosas que hasta sus rallos no podían tocar, o ser tocados por la sombra donde estaban escondidos.
“Esa es tu opinión,” contesto la rama.
Luego entraron algunas personas al cuarto, entre ellos la condesa joven quien lo había puesto en el florero transparente, agradablemente bajo los rayos del sol. Entre sus manos la condesa venia cargando algo, que tenía la apariencia de una flor.
El objeto estaba escondido entro dos o tres hojas grandes, quienes las cubrían como un escudo, para que ningún viento de aire le hiciera daño, y fue cargada mas cuidadosamente que la rama de manzana nunca fue. Con mucha cautela se quitaron las hojas grandes y apareció la corona de semillas plumosas de la despreciada flor diente de león.
Esto fue lo que la señorita con mucha delicadez rejunto y llevo a casa, para que ninguna pluma de semilla se marchitara, ni se volara. Y ahora la enseño ante todos, admirando su bella forma ligera, y entre muy pronto seria soplada por el aire.
“Vean,” dijo la señorita, “que bella es esta pequeña flor. La dibujare junto con la rama de manzana. Todos admiran la belleza de la rama, pero esta humilde flor, es linda en su propia forma. Y también pertenece al reino de la belleza.”
Luego con sus rayos, el sol beso a la humilde flor, y luego a la rama de manzana, que entre sus hojas apareció que sonrojo rosado.