El árbol de agradecimiento
Audio Type:
story
Language:
English Title:
The Thankful Tree
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Duration:
12:36
Transcript:
Este cuento se llama El árbol de agradecimiento, escrito y leído por Lorena Romero. Esta es una grabación de LibraryCall.
RIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIING
La campana de la escuela sonó. Si este fuera un año normal, José Luis estaría saltando de emoción. Saldría corriendo por la puerta de su clase, por los pasillos de la escuela y subiría al carro de su mamá. Cada año, durante las vacaciones de otoño, la escuela de José Luis les daba una semana libre y él usaba ese tiempo para jugar en su computadora todo el día y toda la noche. Su familia no celebraba el Día de Acción de Gracias, así que podría quedarse despierto hasta las altas horas de la noche jugando Minecraft. Su mamá no le diría que se detuviera para hacer su tarea, como de costumbre. Ella simplemente pasaría y dejaría unos Takis por su computadora de vez en cuando. Todo sería un sueño hecho realidad para cualquier gamer.
Pero este año, no había nada que celebrar, ya que sus papás habían decidido planear un viaje a México para visitar a su familia. Él no había visto a su familia desde que estaba chiquito, así que sabía que iba a ser un encuentro incómodo. José Luis había preguntado si al menos podía traer su computadora, pero sus papás le dijeron que no. Fue entonces cuando dieron la peor noticia de todas: iban al pueblo de su papá, donde no había internet. Así es, no internet. ¡En ninguna parte! Aunque trajera su iPad para jugar Roblox, no serviría. Este viaje iba a ser un desastre.
“Muy bien, clase”, dijo la Señorita Ali, su maestra de tercer grado. “Recuerden dejar sus hojas de agradecimiento en mi escritorio al salir. ¡Espero que todos tengan unas vacaciones maravillosas!”
José Luis estaba tan molesto por el viaje que se le había olvidado su tarea. La Señorita Ali les había pedido a todos los estudiantes que dibujaran su mano en una hoja de papel marrón, la recortaran y escribieran cinco cosas por las que estaban agradecidos, una en cada dedo. Iba a mostrar todas las manitas como hojas en el gran árbol que había hecho de papel en la pared trasera del salón. Se llamaba el árbol de agradecimiento. José Luis agarró su mochila y caminó hacia el escritorio de su maestra para ver lo que todos habían escrito. “Estoy agradecido por mi familia”, “Estoy agradecido por mi perro”, “Estoy agradecido por mi maestra de ballet”. Su manita hubiera sido tan fácil, si no se le hubiera olvidado hacerla.
"Señorita Ali, lo siento mucho. Me voy a México mañana y se me olvidó hacer mi hoja. ¿Puedo entregársela cuando regrese de vacaciones”?
“José Luis, sabes las reglas de tareas atrasadas”, respondió su maestra. “Pero, puedo ver que estás un poco molesto ¿Tal vez puedes decirme ahorita las cosas por las que estás agradecido?”.
“La verdad es que este año no tengo ganas de nada, Señorita Ali” confesó José Luis. “No quiero ir a México. Quiero quedarme aquí y jugar en mi computadora. Pero supongo que si tengo que elegir cinco cosas, estoy agradecido por mi familia, por mi computadora, por mi teclado RGB que me regalaron para mi cumpleaños, por los tacos porque son mi comida favorita y, por supuesto, estoy agradecido por Minecraft. Es mi cosa más favorita en el mundo”.
La Señorita Ali lo miró con escepticismo. “Ok, te daré una excepción, pero bajo una condición. Quiero que pienses un poco más de tus respuestas esta semana. Sé que no estás emocionado por tu viaje, pero puede que sea diferente de lo que esperas. Cuando era niña fui a Argelia por primera vez y estaba muy nerviosa. Terminó siendo increíble y todavía visito una vez al año. Me encanta ir a visitar a mi familia”.
“¡Gracias Señorita Ali! Lo pensaré y te traeré mi hoja, tan pronto regresemos de vacaciones.” José Luis sabía que sus respuestas probablemente no iban a cambiar, pero estaba feliz de tener una extensión en su tarea.
El día siguiente fue un caos. José Luis se despertó tarde y causó que su mamá entrara en pánico. Su hermano mayor, Jonathan, se tardó una eternidad en el baño. Su papá tuvo problemas acomodando todo el equipaje en el Uber porque habían empacado tres maletas adicionales llenas de regalos para la familia. De alguna manera llegaron al aeropuerto justo a tiempo, pero el viaje a Jalisco pareció durar años. Su hermanita, Aylin, no dejó de llorar todo el vuelo. Pensó que era genial que la parte trasera de los asientos del avión tenían televisiones, pero solo tenían un par de películas que ya había visto como 50 veces.
Después de lo que pareció una eternidad, finalmente aterrizaron en Jalisco. Aunque era noviembre, hacía calor, mucho calor, y había mosquitos en todos lados. Las calles eran diferentes y toda la gente hablaba tan rápido que casi no podía entender lo que decían. José Luis se sentía inseguro, ya que hablaba mejor inglés que español, y aquí nadie hablaba inglés. Aylin seguía llorando, Jonathan estaba en su propio mundo y sus padres estaban tratando de localizar uno de los pequeños taxis verdes y blancos para llevarlos a la casa de sus abuelos. Se sentía tan fastidiado.
Conocer a toda la familia fue difícil. Un montón de gente salió de la nada, diciéndole que no lo habían visto desde que estaba chiquito. No recordaba a ninguno de ellos. Todas sus tías corrieron hacia él para jalarle los cachetes y le hablaron en español muy rápido. Toda la familia estaba obsesionada con la bebé, sus papás desaparecieron para platicar con los adultos, y quién sabía qué le pasó a Jonathan. José Luis se quedó ahí parado, bien incómodo. Odiaba estar en México, y le quedaba una semana entera.
De repente, sintió un golpecito en el hombro. ¿Iban a tirarle los cachetes otra vez?
"Hola", dijo una voz joven. José Luis volteó y vio a otro niño que se parecía mucho a él. Misma piel morena, ojos cafés y cabello negro sedoso. Era casi como si se estuviera viendo en un espejo. “Me llamo Omar. Soy tu primo. Tu papá es el hermano de mi mamá”.
“Hola”, respondió José Luis. “Me llamo José Luis”.
"¡Bienvenido, primo!", respondió Omar con un abrazo gigante para José Luis. De repente, no se sentía tan fastidiado.
"Oye, ¿ese es un creeper en tu camisa?", preguntó Omar, señalando a la criatura verde en el pecho de José Luis. "¡Me encanta Minecraft!"
“¡¿Juegas Minecraft?!”, preguntó José Luis. “Mi papá me dijo que aquí no hay internet”.
Omar se rió. “¡Sí, tenemos internet! No lo tenemos aquí en la casa, pero lo juego en mi escuela o en los cibercafés”.
José Luis sonrió. Estaba tan feliz de tener a alguien con quien hablar, pero inmediatamente se sintió inseguro por su español.
“Oye, primo”, continuó Omar. “Sé que vives en California. Estoy aprendiendo inglés en mi escuela, pero me vendría bien un poco de práctica. ¿Crees que puedas ayudarme?"
“Of course, primo”, respondió José Luis. “Pero solo si puedes ayudarme con mi español”.
En ese momento, los dos primos se volvieron inseparables. Hablaron de Minecraft y sobre cuánto aman ambos la película La gran aventura Lego. Omar le contó a José Luis sobre la vez que visitó las pirámides aztecas cerca de la Ciudad de México y subió tantas escaleras para llegar a la cima de la Pirámide del Sol que casi se desmayó. José Luis le contó a Omar sobre la vez que fue a Disneylandia y se quedó atrapado en el juego de Indiana Jones, y él también casi se desmayó. Prometieron llevarse unos a otros a estos lugares, porque la experiencia sería mucho más divertida juntos. Omar llevó a José Luis a la tienda todos los días, donde tenían sabores de Takis que nunca había visto. ¡Hasta tenían Takis azules!
Una noche, los chicos se salieron a escondidas durante la cena para comprar tacos en un puesto que solo abría después de las 8 de la noche. Fue la mejor comida que José Luis había probado en su vida, tal como le había prometido su primo. A cambio, José Luis prometió llevar a Omar a In-N-Out en California algún día para comer sus hamburguesas favoritas juntos. Cuando regresaron a casa, sus papás les dieron una regañada, ¡pero valió la pena!
El último día antes de regresar a los Estados Unidos, José Luis y Omar se sentaron en la banqueta afuera de la tienda, disfrutando de una Paleta Payaso.
“Oye, primo”, dijo Omar. "¿No vas a tener una montaña de tarea cuando regreses?"
“No”, respondió José Luis, “de hecho estamos de descanso por una semana. Nada más tengo una tarea y es súper fácil”.
“¿Qué es?”, preguntó Omar.
“Solo tengo que hacer una lista de cinco cosas por las que estoy agradecido”, respondió José Luís, dándole una mordida al dulce de malvavisco delicioso.
“Cinco cosas. Eso es tan fácil. Puedo contar cinco en este momento”, dijo Omar, levantando cinco dedos frente a su cara. “Estoy agradecido por mi familia, por supuesto. Estoy agradecido por el cibercafé, porque puedo jugar ahí. Estoy agradecido por el puesto de tacos. Estoy agradecido por la tienda justo detrás de nosotros”.
Omar fue bajando los dedos uno a uno, hasta que solo quedó arriba el dedo índice. "Y ahora, estoy agradecido por ti, mi primo favorito".
José Luis sintió sus ojos llenándose de lágrimas. Tratando de aclarar el nudo gigante en su garganta, solo pudo responder con una cosa. “Gracias, primo. Gracias por todo."
El tiempo en México pasó muy rápido. Toda la familia trabajó junta para meter el equipaje en el taxi al aeropuerto. Esta vez, José Luis y su familia regresaban con tres maletas llenas de regalos que habían recibido de su familia. Luego de pasar varios minutos despidiéndose de los adultos, José Luis y Omar se dieron un abrazote. Entre lágrimas, prometieron volver a verse pronto y que platicarían en Minecraft en cuanto José Luis regresara a California.
El primer día de regreso de las vacaciones, José Luis corrió hacia la Señorita Ali el momento en que llegó a la escuela.
"¡Aquí está mi hoja, Señorita Ali!", él exclamó.
La maestra vió el papel y notó que las respuestas eran diferentes. Leyó en voz alta: “Estoy agradecido por… mi familia, Jalisco, tacos, Takis azules, Omar”.
"¿Qué pasó con Minecraft?", preguntó la Señorita Ali.
“Minecraft sigue siendo mi juego favorito, pero es mucho más divertido cuando lo juego con mi primo Omar”, respondió José Luis con una sonrisa. Se dirigió a su asiento y sacó sus útiles escolares.
“¡Bienvenidos de nuevo!”, anunció la Señorita Ali. “Acabo de colgar nuestra última hoja. El árbol de agradecimiento esta listo. ¡Bien hecho!"
José Luis miró al árbol de agradecimiento detrás de él. Viendo su manita de papel pegada en la pared, recordó la tienda, los tacos, los takis azules y la increíble semana que tuvo con su nuevo mejor amigo.
José Luis sonrió a sí mismo. La semana pasada, no se le ocurría nada mejor que pasar una semana entera jugando en su computadora. Ahora, no podía esperar a pasar una semana en su lugar favorito otra vez: Jalisco.
EL FIN.
Gracias por escuchar El árbol de agradecimiento, un cuento escrito y leído por Lorena Romero. Esta fue una grabación y tradición de LibraryCall.