Waslene y la madrina del bosque
Audio Type:
story
Language:
English Title:
Waslene and the Forest Godmother
Tags:
Audio File:
Duration:
8:14
Transcript:
Este cuento se llama Waslene y la madrina del bosque, escrito por Lauren Kratz Prushko, y traducido y leído en español por Lorena Romero. Esta es una grabación de LibraryCall.
Érase una vez, en un pequeño pueblo de Haití, una niña llamada Waslene que vivía con su madrastra, que era egoísta y no tenía corazón. Lamentablemente para Waslene, su padre se había enfermado y ya no estaba en esta tierra. Todos los días, mientras Waslene estaba en la escuela, su madrastra cocinaba Tablet Kokoye, o dulces de coco, para vender en el tianguis. La madrastra ganaba buen dinero vendiendo estos dulces, pero ¿lo compartía con Waslene? ¡No! Gastaba el dinero en sí misma a pesar de que ella vivía en la casa que supuestamente le pertenecía a Waslene.
Un día, al primer rayo de sol, la madrastra comenzó a cocinar el Tablet Kokoye, mezclando los ingredientes afuera en una olla grande sobre el fuego. Le agregó coco rallado, azúcar morena y canela al agua hirviente. Pero en ese instante, el fuego se apagó. La madrastra de Waslene no solo era egoísta, sino extremadamente floja. Le exigió a Waslene que faltara a la escuela, fuera al bosque y recolectara más leña. Pero nunca se sabe quién acecha en el bosque, incluso durante el día.
Waslene caminó y caminó una eternidad y un día, buscando leña en el piso. Finalmente, llegó a un lugar abierto, cubierto de troncos de leña perfectos. ¡Fue como magia! Waslene trabajó duro y recolectó tantos troncos pesados como podía cargar, pero sabía que su madrastra aún se quejaría y se enojaría porque no eran suficientes. Finalmente, se dio por vencida, se sentó en el suelo y comenzó a llorar.
Rápidamente, una señora apareció justo ante de Waslene. Waslene hizo todo lo posible para dejar de llorar y la saludó amablemente.
“Bonjour, buenos días”,
“Bonjour, mi niña, por favor no te preocupes. ¿Qué pasa?",
“Mi madrastra me va a regañar si no llevo suficiente leña, pero es demasiado pesada para mí y mi dulce padre se ha ido de este mundo y no hay nadie para ayudarme”.
"Yo te ayudaré”. La señora levantó toda la leña por encima de su cabeza y la cargó a través del bosque hasta la casa de Waslene.
"¿Cómo hiciste eso?", le preguntó Waslene.
Antes de que la señora pudiera contestar, la madrastra de Waslene se paró entre ellas y dijo: "Tengo problemas de espalda y no hay manera que yo pueda cargar esta leña pesada a mi casa".
Las palabras de la madrastra se oían dulces, pero hubieran sabido amargas si hubieras podido saborearlas.
"Bueno, puedo cargar la leña y trabajar para ti para que Waslene no vuelva a faltar a la escuela, pero ¿qué recibiré a cambio? Y no pienses en ofrecerme tu Tablet Kokoye. El dulce de coco se me queda pegado en los dientes". La señora sonrió, guiñándole un ojo a Waslene.
La madrastra preguntó: "¿Cómo sabes que hago dulces de coco? Además, vendo los mejores dulces de todas las islas del Caribe, ¡así que tú te lo pierdes!".
"Humph", dijo la señora del bosque.
"Está bien, te daré algo de valor la próxima vez que trabajes, tal vez tu propia sirvienta". La madrastra vió a Waslene de una manera que asustó a la niña.
Al día siguiente, después de la escuela, Waslene corrió al bosque en busca de la señora para advertirle sobre su madrastra tramposa y para compartir los plátanos fritos que había guardado de su almuerzo.
Se detuvo en el lugar abierto y gritó:
“Bonjour, amiga amable”,
“Bonjour, amiga amable”,
“Quisiera que fueras mi madrina”,
“Bonjour, amiga amable”.
Rápidamente, la señora apareció justo antes de Waslene.
“Bonjour, mi niña, por favor no te preocupes. ¿Qué pasa?",
“Te traje unos plátanos fritos para agradecerte por ayudarme a cargar la leña ayer, y para advertirte que mi madrastra intentará engañarte y hacerte trampa”.
“Waslene, recuerda, un acto de bondad no requiere una recompensa, especialmente entre amigas. No tenías que traerme tus plátanos fritos, pero me los comeré y te lo agradeceré”, dijo la señora con una sonrisa.
“Ahora quiero que te vayas a casa, y me volverás a ver pronto”.
Pasaron unos días, y la próxima vez que la madrastra de Waslene comenzó a cocinar su Tablet Kokoye, el fuego se apagó instantáneamente. La señora apareció de nuevo, cargando leña sobre su cabeza.
“Ah, regresaste con más leña para mí”, dijo la madrastra agregando la leña debajo de la olla para cocinar el Tablet Kokoye.
"Sí, y es posible que también tenga algo más que quieras", respondió la señora del bosque.
La madrastra dejó de mezclar el dulce de coco y miró hacia arriba para ver unos vestidos hermosos y brillantes en diferentes tonos de rojo colocados sobre una piedra. Escarlata, caramesí y rubí!
Waslene todavía no se había ido a la escuela y corrió detrás de la puerta para ver lo que pasaba.
“Te daré una prueba, y si puedes responder la pregunta correctamente, puedes quedarte con estos vestidos”, explicó la señora. “Pero si respondes incorrectamente…”
“No responderé incorrectamente”, interrumpió la madrastra grosera. “No solo hago el mejor Tablet Kokoye del Caribe, sino que también soy la persona más inteligente. ¡Así que apúrate!”
La señora vio a Waslene detrás de la puerta y le guiñó un ojo.
"¿Qué es más valioso para ti? ¿Leña y cocos ilimitados todos los días, para que nunca tengas que preocuparte de vender tu Tablet Kokoye para mantenerte a ti y a Wasline por el resto de sus días? ¿O estos huevos mágicos en diferentes tonos de azul, azul marino, índigo y azur, que brillan en el sol?”.
La madrastra de Waslene se rio. “¡Obviamente los huevos mágicos! ¡Puedo venderlos y nunca más tener que trabajar!".
"Está bien, aquí están los huevos azules mágicos y tus vestidos brillantes rojos", dijo la señora.
"¡Tomé la decisión correcta! Ya sabía que soy la persona más inteligente de las islas del Caribe", dijo la madrastra, arrebatando sus premios.
“Puede ser,” respondió la señora. “Pero, desafortunadamente, a veces no vemos las consecuencias de nuestras decisiones inmediatamente".
Cuando la señora se dio la vuelta para irse, la madrastra gritó y dijo: "Llévate a Waslene como tu sirvienta. Ya no la necesito".
"Bonjour, Waslene", dijo la señora del bosque, saludándola con la mano. "Ven conmigo". Waslene sonrió y corrió hacia ella.
“Bonjour, amiga amable”,
“Bonjour, amiga amable”,
“Quisiera que fueras mi madrina”,
“Bonjour, amiga amable”, cantó Waslene, corriendo hacia la señora para darle un abrazo.
Y juntas desaparecieron en el bosque.
La madrastra de Waslene puso los ojos en blanco y pisoteó. "Soy la ganadora", dijo, y admiró sus vestidos rojos y sus huevos azules mágicos.
Las semanas pasaron y la madrastra descubrió que no tenía a dónde estrenar sus vestidos rojos porque nadie quería juntarse con ella. Después de todo, ella no era amable. Tampoco pudo encontrar a alguien que le comprara los huevos azules mágicos. Nadie confiaba en ella, y le exigían que mostrara que tenían por dentro.
La madrastra se frustró y rompió todos los huevos, uno por uno. Dentro de ellos, había cientos de serpientes que se deslizaron y la persiguieron directamente al bosque.
Mientras tanto, Waslene comenzó a aprender las costumbres del bosque con su nueva madrina. Lo mejor de todo era que su madrina del bosque le enseñó la importancia de trabajar en equipo y el valor de la amistad y la familia.
Y colorín, colorado, este cuento se ha acabado.
Gracias por escuchar Waslene y la madrina del bosque, un cuento escrito por Lauren Kratz Prushko, y traducido y leído en español por Lorena Romero. Esta fue una grabación de LibraryCall.