Las joyas estrellas
Audio Type:
story
Language:
Transliterated Title:
Las Joyas Estellas
English Title:
Star Jewels
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Duration:
6:01
Transcript:
Las Joyas Estellas
Una vez una niña vivía sola con su abuela en los límites de un bosque. Eran tan pobres que apenas podían comprar comida y ropa.
"No importa, abuelita", decía la niña. "Algún día seré lo suficientemente grande para trabajar, y luego ganaré tanto que podré comprar todo lo que necesitemos y también podré darles algo a otras personas con necesidad".
Un día, la niña se fue al bosque a recoger leña. Esperaba venderla por unos pocos centavos en la ciudad. Iba a estar fuera en el bosque buscando leña todo el día, así que se llevó con ella un poco de pan duro, que era todo lo que les quedaba para comer.
Era invierno y el aire estaba terriblemente frío. La niña se envolvió con su pequeño suéter y empezó su camino al bosque para buscar lena. Tenía hambre, pero tenía la intención de salvar su pan hasta que tuviera un poco de lena rejuntada.
Justo cuando llegaba al borde del bosque se encontró con un chico, incluso más pequeño que ella, y estaba llorando amargamente.
La niña tenía un corazón tierno. Se detuvo y le preguntó al niño por qué lloraba.
"Estoy llorando", respondió, " porque tengo hambre".
"¿No has comido nada hoy?" ella preguntó.
"No he comido nada, y no sé adónde ir para comer".
La niña suspiró. “Quizás tengas más hambre que yo”, dijo, y sacó el pedazo de pan del bolsillo y se lo dio al niño. Al ver que la mamá del niño venía por él, la niña volvió a apresurarse y continuó con su camino.
Un poco más adelante, conoció a otra niña que tenía un aspecto muy triste porque esta niña parecía casi congelada del frío. Su ropa de la niña era delgada y la protege contra el frío.
“¡Ah,” gritó ella, “si tuviera un suéter calentito como el tuyo sería feliz! "
La buena niña se llenó de compasión y pensó.
Ella tiene más frío que yo, debería tener un suéter para proteger la del aire frío. Le daré mi suéter a esta pobre niña
.
Se quitó el suéter y se lo dio a la otra niña. Ahora ella sintió mucho frío y se apresuró a encontrar leña para poder volver a casa.
Corrió hacia el lugar donde se había caído un árbol para recoger la leña, pero cuando llegó al lugar vio a una anciana que ya estaba recogiendo la leña caída. La anciana estaba tan encorvada, y cansada que al verla la niña le dolía el corazón.
"¡Oh, oh!" dijo la anciana. "Cómo me duelen mis pobres huesos. Si tuviera un rebozo que envolver sobre mis hombros, no sufriría tanto".
La niña pensó en su propia abuela, y en cómo a veces sufría, y sintió lástima por la anciana.
"Tome", dijo ella, "tome mi rebozo"; y deslizándose de sus hombros se lo dio a la anciana.
Entonces la niña se quedó y sin nada en sobre ella más que su camiseta manga larga. El viento fuerte soplaba a su alrededor, pero no tenía frío. No había comido nada, pero no tenía hambre. Fue alimentada y calentada por su propia bondad.
Recogió sus pedazos de leña y volvió a casa. Estaba anocheciendo y las estrellas asomaban a través de las ramas de los árboles. De repente, un anciano se paró a su lado. "Dame de tu leña", dijo, "porque mi hogar está frío y soy demasiado viejo para recoger leña".
La niña suspiró. Si le daba su lena, tendría que detenerse a recoger más. Aun así, ella no lo rechazaría. "Tómelo", dijo ella.
Tan pronto como dijo esto, vio que no era un anciano quien estaba frente a ella, sino una hada mágica.
“Has compartido tu comida, ropa, y lena con aquel que lo pedía. No te quedarás sin recompensa. ¡Mira! "
Inmediatamente una luz brilló alrededor de ella, y le pareció que todas las estrellas del cielo estaban cayendo a través de las ramas de los árboles, pero estas estrellas eran diamantes y rubíes y otras piedras preciosas. Cubrieron el suelo alrededor de ella. Recógelos ", dijo la hada “porque son tuyos".
La niña estaba sorprendida y feliz. Empezó a recoger todo lo que podía llevar en la falda de su camisa. Cuando volvió a mirar a su alrededor, el ángel se había ido, pero la niña se apresuró a volver a casa con su tesoro. Fue suficiente para enriquecerla a ella ya su abuela. A partir de entonces no les faltó de nada. No solo pudieron tener todo lo que deseaban, sino también darle a la gente necesitada. De modo que no solo eran ricas, sino también amadas por todos los que las conocían.