El elefante amable
Audio Type:
story
Language:
English Title:
The Kind Elephant
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Duration:
5:39
Transcript:
Este cuento se llama El elefante amable, un cuento tradicional de Afganistán, adaptado y traducido por Arezo Mayaar y Molly Milazzo, y traducido y leído en español por Lorena Romero. Esta es una adaptación y traducción de LibraryCall.
Érase una vez un elefante amable que vivía en un bosque verde y bello. El elefante tenía un corazón tan grande como su cuerpo gris enorme, pero estaba muy solo. Así que un día, decidió ir a buscar un amigo. Caminó y caminó muy lento hasta que se encontró a un animalito café sentado bajo un árbol. Tenía orejas grandes y una colita blanca y esponjosa. ¡Era una coneja!
El elefante movió las orejas amistosamente y dijo, “Hola, me he dado cuenta de que los dos tenemos orejas muy grandes. ¿Podemos ser amigos?”
La coneja movió la nariz y miró al elefante de pies a cabeza. Finalmente, ella respondió, “Eres tan grande. ¿A ti también te gusta brincar por todos lados?” Para demostrarle, ella brincó en un círculo.
El elefante pensó por un momento, y dijo, “No. Fíjate que no puedo brincar muy bien.”
“Bueno, entonces has de ser muy flojo. Discúlpame, pero no puedo ser tu amiga.” Y con eso, la coneja se fue brincando.
El elefante siguió caminando, y pronto se encontró a un animal con pies palmeados y una espalda suave con manchas, relajándose al lado de un arroyo. ¡Era una rana!
El elefante movió las orejas amistosamente otra vez y dijo, “Hola. Me he dado cuenta qué te gusta relajarte en el arroyo. A mí también me encanta relajarme en el agua. ¿Podemos ser amigos?”
La rana respondió, “Depende, ¿te gustan las moscas? ¡Yo las atrapo así!” Y en un instante, la rana arrojó su lengua, atrapó una mosca, y contentamente la masticó.
El elefante dijo, “no, fíjate que no sé cómo atrapar moscas así.”
“Bueno, entonces has de ser muy tonto. De todas maneras eres demasiado grande para ser mi amigo.” Y con eso, la rana brincó al agua y se fue.
El elefante sollozó y siguió caminando, moviendo su cuerpo pesado de un lado al otro. Encontrar un amigo era muchísimo más difícil de lo que creía. Después ade un rato, se sintió mejor y siguió caminando.
El elefante pronto se encontró a un animal con una cola larga y pelo café. ¡Era una zorra! El elefante le preguntó si podrían ser amigos. La zorra ni tenía excusa.
“Oh, no. Eso… no será posible. Eres del tamaño de un planeta, nunca podríamos ser amigos.” Y ella se fue brincando.
Y así pasó el día. Algunos animales dijeron que era demasiado grande o diferente, y otros animales simplemente no le hablaron.
“Supongo que nunca encontraré a un amigo”, dijo el elefante con una lágrima.
El día siguiente, el elefante se despertó lleno de tristeza. La mañana pasó, solitaria como siempre. Pero en la tarde, mientras buscaba su almuerzo de pasto y semillas, el elefante escuchó golpes en la distancia. Enrolló su trompa y escuchó cuidadosamente. Los golpes se acercaban, y el elefante de repente vio una nube de polvo moviéndose hacia él. ¡Era una estampida de animales!
“¿Qué pasa? ¿De qué corren?”
Un oso volteó a ver al elefante y dijo: “Un león perverso ha llegado al bosque. ¡Quiere comernos a todos!”
Rápidamente, todos los animales se escondieron y el elefante estaba solo en la nube de polvo. Pero no tenía miedo, él era mucho más grande que cualquier león.
El elefante pensó en todos los animales que lo habían tratado con crueldad. ¿Por qué razón les ayudaría?
El elefante amable hizo una decisión. Claro, hubiera sido más fácil castigar a los otros animales, pero él no era así. Gritó en voz fuerte, “¡Señor León, venga para acá!”
El león respondió con un gruñido. Estaba cerca, agachado detrás de una piedra grande.
“Te lo advierto,” dijo el elefante, “¡No molestes a estos animales inocentes!”
“No te metas,” dijo el león. “Preocúpate por lo tuyo.” El león caminó hacia un conejito escondido en un hoyo al pie de un árbol.
Sabiendo que debería ayudar al conejo, el elefante se paró en dos patas a su altura máxima, pisó fuerte con los pies pesados, subió sus colmillos hacia el cielo, y con su trompa soltó el sonido más fuerte que pudo.
El león se asustó tanto que abandonó su presa y se echó a correr tan rápido como lo podían llevar sus patas.
El elefante llamó a todos los animales, “¡Salgan! Tengo buenas noticias, el león se ha ido.”
Los animales, que vieron el acto de bondad del elefante desde sus escondites, se sintieron avergonzados por la manera en que lo habían tratado. Inspirados por él para ser más compasivos, le agradecieron al elefante y todos acordaron que él era el mejor amigo que uno podría desear.
El fin.
Gracias por escuchar El elefante amable, un cuento tradicional de Afganistán, adaptado y traducido por Arezzo Mayaar y Molly Milazzo, y traducido y leído en español por Lorena Romero. Esta fué una adaptación y traducción de LibraryCall.