Los tres osos
Audio Type:
story
Language:
English Title:
The Three Bears
Audio File:
Duration:
5:56
Transcript:
Este cuento se llama Los tres osos, escrito por Leslie Brooke, y narrado por Daniel Fernando. Esta es una adaptación y grabación de LibraryCall.
Érase una vez tres osos que vivían juntos en una casa en medio del bosque. Uno de ellos era un oso chiquito, otro era un oso mediano y el otro era un oso grandote.
Cada uno tenía un tazón para su avena: un tazón pequeño para el osito, un tazón mediano para el oso mediano, y un tazón grande para el oso grandote.
Cada uno tenía una silla para sentarse: una silla pequeña para el osito, una silla mediana para el oso mediano, y una silla grande para el oso grandote.
Y cada uno tenía una cama para dormir: una cama pequeña para el osito, una cama mediana para el oso mediano, y una cama muy grande para el oso grandote.
Un día, después de preparar avena para desayunar, los tres osos salieron al bosque mientras la avena se enfriaba, para no quemarse la boca si trataban de comérsela demasiado rápido.
Mientras caminaban, una niña llamada Ricitos de Oro llegó a la casa de los osos. Primero, se asomó por la ventana y luego se asomó por el ojo de la cerradura. No vio a nadie en la casa, así que abrió la puerta y entró. La puerta no estaba cerrada con candado, porque los osos eran buenos osos que no le hacían daño a nadie, así que nunca se preocupaban de alguien tratando de hacerles daño a ellos. Ricitos de Oro se alegró mucho cuando vio la avena en la mesa. Si lo hubiera pensado bien, ella hubiera esperado hasta que los osos regresaran a su casa, y, quizás, la habrían invitado a desayunar con ellos, porque eran osos amables y acogedores. Pero la avena se veía muy rica, así que decidió probarla.
Primero probó la avena del oso grandote.
"¡Ay! ¡Esta avena está muy caliente!", ella dijo.
Y luego probó la avena del oso mediano.
"¡Puaj! ¡Esta avena está muy fría!".
Y por fin, probó la avena del osito. "¡Mmm, esta avena está perfecta!", dijo Ricitos de Oro, “ni demasiado caliente ni demasiado fría.” Y le gustó tanto que se la comió toda.
Poco después, la niña se sentó en la silla del gran oso enorme, pero se sentía muy dura. Luego se sentó en la silla del oso mediano, pero se sentía demasiado suave. Y luego se sentó en la silla del osito, y esa no se sentía ni demasiado dura ni demasiado suave.
“¡Ah, esta silla está perfecta!", dijo. ¡Pero después de un ratito, la silla se rompió y ella se cayó!
Ahora la niña estaba cansada, así que subió al piso de arriba al cuarto donde había tres camas. Primero se acostó en la cama del oso grandote, pero era demasiado firme. Luego se acostó en la cama del oso mediano, y era demasiado suave. Finalmente, se acostó en la cama del osito. "¡Esta cama es perfecta!", dijo alegremente. Así que se cubrió con una cobija y durmió profundamente.
En ese momento, los tres osos pensaron que su avena ya se había enfriado suficientemente; así que regresaron a su casa a desayunar.
Desafortunadamente, Ricitos de Oro había dejado la cuchara del oso grandote en su tazón de avena.
"¡Alguien se estaba comiendo mi avena!", exclamó el oso grandote.
"¡Alguien se estaba comiendo mi avena también!", exclamó el oso mediano.
"¡Alguien se comió toda mi avena… y mi tazón está vacío!", dijo el osito.
Luego, los tres osos vieron que sus sillas habían sido usadas.
"¡Alguien se sentó en mi silla!”, dijo el oso grandote con su voz fuerte y ronca.
"¡Alguien se sentó en mi silla!”, dijo el oso mediano.
“Alguien se sentó en mi silla ... ¡y la rompió!”, exclamó el osito en su vocecita.
Los tres osos subieron las escaleras rápidamente para revisar su habitación.
"¡Alguien se durmió en mi cama!", gruñó el oso grandote.
"¡Y alguien se durmió en mi cama también!", gruñó el oso mediano.
"¡Alguien se durmió en mi cama… ¡y aún está ahí!", gritó el osito preocupado.
Cuando escuchó la vocecita del osito, tan aguda y ruidosa, Ricitos de Oro se despertó inmediatamente. Saltó de la cama, y cuando vio a los tres osos junto a ella, se echó a correr hacia la ventana.
La ventana estaba abierta, porque los osos, limpios y ordenados, siempre abrían la ventana de su cuarto cuando se levantaban en la mañana. Ricitos de Oro saltó por la ventana y escapó tan rápido como pudo; y nadie sabe lo que sucedió después. Pero los tres osos nunca la volvieron a ver.
Gracias por escuchar Los tres osos, un cuento escrito por Leslie Brooke, y narrado por Daniel Fernando. Esta fue una grabación y traducción de LibraryCall.