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El Oro y Las Ratas

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El Oro y Las Ratas Hace muchos años vivía un rico comerciante de telas. Vendía tejidos muy suaves y elegantes que eran buscados por las damas más importantes de todo el país y, por lo mismo, se miraba obligado a viajar muy seguido. Su casa era grande y segura, pero el hombre estaba un poco preocupado. Se rumoreaba que últimamente había ladrones rondando por el vecindario y se sentía inquieto ¿Y si entraban a robarle durante su ausencia?

El Gallo

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¿Por qué los gallos cantan de día? Una antigua leyenda cuenta que, al principio de los tiempos, vivían en el cielo tres hermanos que se querían mucho: el brillante y cálido sol, la pálida pero hermosísima luna, y un gallo charlatán que se pasaba el día cantando. Los tres hermanos se llevaban muy bien y se repartían las tareas de la casa. Cada mañana, era el sol quien tenía la misión más importante que realizar: abandonar el hogar familiar para iluminar y calentar la tierra. Era muy consciente de que, sin su trabajo, no existiría la vida en el planeta.

El Color de Los Pajaros

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El color de los pájaros Hace cientos y cientos de años, todos los pájaros del mundo eran de color cafe. Los bosques estaban llenos de aves grandes, medianas y pequeñas, pero todas con el mismo plumaje serio y aburrido. Esto no les gustaba para nada. Sentían mucha envidia del color rojo de las rosas en primavera, del naranja intenso de los peces payaso, del sofisticado pelaje blanco y negro de las cebras… Estaba claro que, a la hora del reparto de colores, a ellas les había tocado la peor parte. Un día se pusieron de acuerdo para acabar con esta situación.

El Arbol Que No Sabia Quien Era

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El árbol que no sabía quién era Había una vez un jardín muy hermoso en el que crecían todo tipo de árboles maravillosos. Algunos daban enormes naranjas llenas de delicioso jugo; otras riquísimas peras que parecían azucaradas de tan dulces que eran. También había árboles repletos de manzanas verdes, que sabían deliciosas a todo aquel que las comía. Era un jardín excepcional y los frutales se sentían muy felices.

La última noche de verano

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Este cuento se llama La ultima noche de verano, escrito por Ryan Aoto y leído por Daniel Fernando. Esta es una grabación de LibraryCall. En la última noche de verano, Jaiden se sentó en la mesa para cenar con su mamá. Normalmente, él platicaba mucho. Cenar con su mamá no era común, ya que ella trabajaba todo el tiempo. Pero esa noche, él se sentó calladito, picoteando su cena con el tenedor. “¿Qué pasa, mi amor?”, le preguntó su mamá. Jaiden encogió sus hombros. “¿Estás triste por qué ya casi se termina el verano?”.

El Gato Codicioso

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El Gato Codicioso Érase una vez un gato y un ratón, y pensaron que se invitarían a cenar. Primero le tocó el turno al gato de preguntarle al ratón, y él puso su mesa y la invitó, pero no tenía mucho que comer; solo un pedazo seco de pan y un poco de agua. Pero el ratón, que era muy educado, se lo comió y le dio las gracias al gato. Cuando le tocó el turno al ratón de dar una cena, le ofreció un buen banquete, platos de pescado, platillos de leche y trozos de carne.

Pequeños Pasos Sobre el Agua

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Pequeños Paso Sobre El Agua Érase una vez un niñito indio, y su nombre era Pasos sobre el agua porque podía correr tan rápido y tan suavemente. Un día, Pequeños Pasos sobre el Agua perseguía a una ardilla, y corrió tan lejos y tan ancho que perdió de vista su hogar, y no pudo encontrar el camino de regreso. La ardilla siguió corriendo hasta que por fin llegó a un árbol hueco, y entró a esconderse. Pasos sobre el agua también entró, pero no era tan pequeño como la ardilla. Del tronco salió corriendo la ardilla, pero el niño no pudo salir.

El Oso que perdio su cena

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El oso que perdió su cena. Érase una vez la vieja Madre Gorra Roja que paseaba por el bosque y llegó a un cerezo silvestre, cuyas ramas colgaban de cerezas. Trepó al árbol para recoger su delantal lleno de cerezas cuando llegó Bruno, el Oso, caminando bajo el árbol. Miró hacia arriba entre las ramas y allí vio a la vieja Madre Gorra Roja. —Baja, madre —gruñó—, para que te coma. La Vieja Madre Gorra Roja no quería que se la comiera Bruin, el Oso, así que pensó, y pensó, y luego dijo: "No quieres comerte a una anciana como yo.