Transcript:
En el campo vivían una liebre y una tortuga. La liebre era muy veloz y se pasaba el día correteando
de aquí para allá, mientras que la tortuga caminaba siempre con aspecto cansado, pues no en vano tenía que soportar el peso de su gran caparazón.
A la liebre le hacía mucha gracia ver a la tortuga arrastrando sus gordas patas, mientras que a ella le bastaba un pequeño impulso para brincar con agilidad. Cuando se cruzaban, la liebre se reía de ella y solía hacer comentarios burlones que por supuesto, a la tortuga no le parecían nada bien.
– ¡Espero que no tengas mucha prisa, amiga tortuga!