La hormiga y el Saltamontes
Audio Type:
story
Language:
English Title:
The Ant and the Grasshopper
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Duration:
15:13
Transcript:
Este cuento se llama La hormiga y el saltamontes, adaptado de la fábula de Esopo y traducido y leído en español por Daniel Fernando. Esta es una grabación y traducción de LibraryCall.
Lejos de las ciudades, al otro lado de los campos, sobre las montañas y profundo en el bosque, vivía una hormiga. Ella no vivía sola– vivía con cientos de miles de miembros de su familia en una colonia grande. Cada miembro de la colonia trabajaba duro para ayudar a la familia. Así son las hormigas.
La pequeña hormiga estaba emocionada para ayudar. A ella le encantaba explorar. Todos los días buscaba comida en un lugar nuevo. Si encontraba algo pequeño, ella lo traía a la colonia. Si era algo grande, lo marcaba y regresaba con un par de cientos de sus hermanas para que la ayudaran.
Las hormigas trabajaban día y noche. Era verano, y el verano en el bosque era una época gloriosa. El sol brillaba. Los pájaros cantaban. Todas las criaturas estaban ocupadas, trabajando duro. La comida era abundante. Pero las hormigas sabían que, como ocurre con todas las cosas, buenas y malas, el verano no era eterno. Desaparecería y luego vendría y se iría el otoño. Llegaría el invierno. El bosque se volvería frío y silencioso. Sería extremadamente difícil encontrar comida. Así son las estaciones.
La hormiga reina era una reina sabia. Le pidió a los trabajadores que recolectaran cuatro veces la cantidad de comida que podían comer en el verano. La almacenaron y la guardaron. Así tendrían comida para todos durante los meses duros y fríos del invierno.
Un día, la pequeña hormiga estaba explorando, cuando escuchó un chirrido hermoso. Era un sonido que nunca había oído antes. Era claro, agudo y alegre. Siguió el sonido y encontró un saltamontes sentado sobre una piedra.
"Hola", dijo la hormiga.
“A”, respondió el saltamontes. "¡Hola! No te vi”.
"Lamento molestarte", dijo la hormiga. “¿Tú hiciste ese ruido?”
"A, sí", dijo el saltamontes con el ceño fruncido. "Lo siento, ¿te estoy molestando?"
“No, no, no”, insistió la hormiga. "Fue hermoso. ¿Puedo oír más?”
El rostro del saltamontes se iluminó con una gran sonrisa.
"Por supuesto", dijo.
El saltamontes levantó una de las patas de atrás. La hormiga se dio cuenta qué había varias clavijas al lado de su pata. El saltamontes tomó su pierna y la colocó en el costado de su cuerpo. Esta era la parte exterior dura, como un estuche que protegía las alas delicadas del saltamontes. Cuando el saltamontes movía su pata hacia adelante y hacia atrás a través de su ala, hacía el sonido.
La hormiguita había oído el chirriar de los saltamontes antes. Todo aquel que haya puesto un pie en el bosque lo había oído. Esto era diferente. La velocidad y los ángulos que el saltamontes utilizaba eran especiales. Esto no era un chirrido. ¡Era música! La hormiga nunca había oído algo tan bello.
Después de unos momentos, el saltamontes se detuvo y la hormiga estalló en aplausos.
“Eso fue increíble”, ella dijo.
“Gracias”, respondió tímidamente el saltamontes. “He estado trabajando en mi música. Tengo problemas con algunas partes.”
“Gracias a TÍ”, respondió la hormiga. "Me encantaría escuchar más."
"Bueno, sube para acá y siéntate", dijo el saltamontes, deslizándose al otro lado de la piedra para hacer espacio. "¡El día es joven!"
“Oh, gracias, pero no”, respondió la hormiga. "Estoy trabajando. Necesito encontrar comida”.
"Aquí tengo", dijo el saltamontes. Agarró un poco de fruta y se la ofreció a la hormiga.
“Gracias”, dijo la hormiga, tomando el trozo de fruta. “Pero todavía necesito seguir marchando. Tengo mucha comida que recolectar. Mi colonia está guardando reservas para el invierno”.
Por un momento, una mirada de preocupación apareció en la cara del saltamontes.
"Sí", él dijo. "Buen punto."
De repente, su rostro se iluminó.
"¡A! Sé dónde hay un montón de fruta. No está muy lejos de aquí. Puedo mostrarte."
"Eso sería genial, gracias".
El saltamontes guió a la hormiga por unas piedras y a través de un poco de pasto. Finalmente, llegaron a un arbusto de moras grande. Era obvio que animales habían estado comiendo las moras maduras del arbusto. Varias moras habían sido jaladas del arbusto y tiradas al suelo. Era el lugar perfecto para recolectar comida.
"Esto es genial", exclamó la hormiga. Agarró lo que podía cargar y marcó el lugar.
"Voy a ir a buscar a mis hermanas".
“Aquí estaré”, dijo el saltamontes. Nuevamente, comenzó a tocar su música. Estaba tan concentrado que su rostro estaba torcido. "Tengo problemas con la parte de en medio".
La hormiga entendía lo que él decía. El principio y el final de su canción eran perfectos. El medio era un poco aburrido.
“Buena suerte”, dijo la hormiga. "Volveré pronto."
El saltamontes no respondió. Estaba tan concentrado en su canción que no la había oído. Todavía estaba ahí practicando cuando la hormiga regresó con sus hermanas. Agarraron toda la fruta que pudieron llevar, mientras el saltamontes tocaba una melodía dulce. Incluso con la parte media plana, la canción era encantadora. Todas las hormigas disfrutaron la música mientras trabajaban.
Cuando terminaron, la hormiga se acercó al saltamontes.
“Otra vez, gracias”, dijo.
"¿Qué?", preguntó el saltamontes, confundido.
"Gracias por mostrarnos la comida".
"¿Comida?" El saltamontes entrecerró los ojos. De repente se acordó. “¡A, sí, comida! Necesitamos guardar comida para el invierno. Sé dónde hay fruta”.
“Ya sé”, se rio la hormiga. "Aquí estaban".
El saltamontes miró la tierra debajo de los arbustos.
"A mira,", dijo. "Juraría que aquí habían moras".
“Sí, habían”, se rio la hormiga. “Nos las llevamos todas”.
La hormiga le entregó al saltamontes la baya que sostenía.
“Aquí tienes. Gracias de nuevo. ¡Espero que resuelvas la mitad de tu canción!”
“Yo también”, el saltamontes se rió y le dio un mordisco a la baya.
"¡No se te olvide recolectar provisiones para el invierno!"
"¡Para nada!"
Se despidieron y se fueron en caminos separados.
El tiempo pasó, por qué así es. El verano se convirtió en otoño. La fruta se marchitó. Las hojas verdes y brillantes se volvieron de color café opaco y se cayeron al suelo. Luego el otoño se convirtió en invierno. Los vientos fríos soplaron, y una capa de nieve fina cubrió el bosque entero.
La hormiga y su familia se mantuvieron calientitas y bien alimentadas en su colonia subterránea. El saltamontes las había inspirado. No tenían alas para tocar melodías, pero sí tenían seis patas fuertes. Descubrieron que si pisoteaban o golpeaban diferentes objetos podían producir una variedad de sonidos interesantes. La colonia pasó la mayoría del invierno riéndose, bailando y tocando el tambor. Escuchando música hacía que el tiempo pasara más rápido. Las cargas pesadas que cargaban se sentían un poco más ligeras. La oscuridad fría del invierno parecía un poquito más brillante. Así es la música.
A la hormiga todavía le gustaba salir a explorar el bosque. No era necesario buscar comida. Simplemente, le gustaba saber lo que había ahí fuera.
En un día de invierno particularmente frío, estaba admirando un trozo de hielo reluciente, cuando notó que el saltamontes pasaba cojeando en la distancia.
"Hola", dijo alegremente. Ella corrió hacia él. Su rostro cambió cuando lo vio. Su exoesqueleto (que es la parte exterior de un saltamontes) estaba descolorido y delgado.
"¿Estás bien?", le preguntó la hormiga.
"Hambriento", dijo el saltamontes débilmente.
“Espérame aquí”, dijo la hormiga. “Ahorita regreso”.
Corrió lo más rápido que pudo hacia su casa. Hubiera invitado al saltamontes, pero sabía que los soldados nunca dejarían entrar a alguien que no era parte de su familia a la colonia. Agarró toda la comida que pudo cargar y regresó.
“¿Qué estás haciendo?”, preguntó una de sus hermanas.
“¿Recuerdas ese saltamontes que nos mostró esas moras?”
"Sí."
“Necesita ayuda. Se está muriendo de hambre”.
"Pues", dijo su hermana fríamente, “debería haber pasado más tiempo trabajando y menos jugando. Lo vimos muchas veces el verano pasado. Lo único que estaba haciendo era tocando música. Debería haber estado trabajando y recolectando comida”.
“Claro, tienes razón”, respondió la hormiga, “pero de todas maneras necesita ayuda”.
“Eh, déjalo morir. Es su propia culpa”.
La hormiga no podía creer la respuesta de su hermana. Estaba a punto de discutir con ella cuando recordó que su amigo lo estaba esperando. Salió corriendo y le llevó la comida al saltamontes.
“Es todo lo que pude cargar”.
Afortunadamente, las hormigas pueden transportar una cantidad asombrosa para su tamaño.
"Gracias", dijo el saltamontes débilmente.
"No sé si podré conseguir más".
"Está bien. Esto ayuda mucho”. El saltamontes la miró con ojos cansados.
“¿Qué pasó?”, preguntó la hormiga. "¿Cómo te quedaste sin comida?"
“Perdí la noción del tiempo”, dijo tristemente el saltamontes.
“¿No te diste cuenta cuando era otoño?”
“Me di cuenta”, dijo el saltamontes, comenzando a ponerse un poco frenético. “Todos los días me levantaba y me decía a mí mismo, 'Necesitas recolectar comida', pero en ese entonces algo pasaba. Me encontraba con alguien y empezábamos a platicar, o encontraba algo que necesitaba limpieza o arreglo, y empezaba a trabajar en eso, y luego escuchaba algo que me recordaba de la canción en la que estaba trabajando, y me tomaba mi tiempo con eso, y antes de saberlo, ya era invierno y no quedaba comida.”
El saltamontes gruñó con frustración y continuó.
“Lo mismo pasó el año pasado”, confesó. “Y el año anterior. Los otros saltamontes me daban de comer. Pero ahora simplemente me llaman egoísta y flojo”.
"No eres egoísta", dijo la hormiga en voz baja. “La comida que traje es parte de la comida que encontraste y nos diste. Y no eres flojo. Sé lo fuerte que trabajas en tu música. Simplemente, eres horrible administrando tu tiempo”.
"¿Eso es todo?", se burló el saltamontes.
“Te haré un trato. Cuando comience la primavera, nos vemos aquí”.
El saltamontes vio a la hormiga con una mirada rara.
“¿Quieres que yo, el tipo con el problema de la gestión del tiempo, recuerde encontrarte aquí, en qué? ¿Un mes? ¿Dos meses?"
"Seis semanas."
El saltamontes se le quedó viendo.
"Buen punto", respondió la hormiga. “Cuando comience la primavera, te encontraré. La mayor parte de la colonia estará afuera cuando el clima se vuelva más cálido, pero todavía tendremos un poco de tiempo antes de que tengamos que comenzar a recolectar comida. Puedes ayudarnos a tocar el tambor”.
"¿Tocar el tambor?"
“Sí, muchas de mis hermanas han empezado a tocar el tambor. Y nos vendría bien tu ayuda para poner todo junto”.
"¿Como composición?"
"¿Qué es “composición”?"
"Poniendo todo junto."
“Sí,” se rio la hormiga. "Eso! Y luego, cuando se acerque el verano, te ayudaré”.
“¿Me traerás comida?”
"No. Pero iré contigo y me aseguraré de que guardes una parte de lo que encontremos juntos para el próximo invierno.
"Eso estaría bien."
"¿Estás seguro de que estarás bien hasta la primavera?"
El saltamontes saltó en el aire con energía de repente.
"Estaré bien".
Recogió la comida que le había traído la hormiga y se alejó saltando, tocando una pequeña melodía.
Pasaron seis semanas y el clima se volvió más cálido. La nieve empezó a derretirse. La hormiga encontró al saltamontes. Su exoesqueleto todavía estaba un poco delgado, pero había una luz en sus ojos. Así es la esperanza.
Varias hormigas se unieron a ellos mientras trabajaban. El saltamontes compuso varias canciones para que practicaran y tocaran. Algunas eran solo para las hormigas. Algunas eran para las hormigas y para él. Con el tiempo, otros saltamontes e incluso un par de moscas se unieron. Cuando llegó el verano, la hormiga y el saltamontes fueron juntos al bosque. La hormiga era experta en revisar cada rincón. A ella no se le pasó ningún detalle. El saltamontes era bueno saltando alto sobre una piedra o rama y viendo áreas grandes. Claro, la hormiga necesitaba recordarle al saltamontes que se concentrara en sus deberes frecuentemente. Pero juntos encontraron más comida de la que hubieran encontrado solos, y se divirtieron mucho más. Así es la amistad.
Colorín colorado, este cuento se ha acabado.
Gracias por escuchar La hormiga y el saltamontes, un cuento adaptado de la fábula de Esopo y leído por Daniel Fernando. Esta fue una traducción y grabación de LibraryCall.