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Los vecinos: Julián y Leilani en la naturaleza

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Este cuento se llama Los vecinos: Julián y Leilani en la naturaleza, escrito por Lauren Kratz Prushko. Esta es una grabación de LibraryCall. En dos casitas en dos pequeñas colinas, Dos mejores amigos, Julián y Leilani, abrieron sus puertas, Apagaron las luces, Salieron afuera, Y cerraron sus puertas. Luego, subieron la colina. Bajaron la colina. Subieron la colina. Bajaron la colina. Subieron la colina. Bajaron la colina. Y se encontraron en el medio. "Hola, Julián", dijo Leilani.

El Saco de patatas

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El Saco de patatas Había una vez dos gigantes que vivían junto a un camino. Uno vivía a la derecha del camino y el otro a la izquierda. Todos los días pasaba por allí un carro cargado de sacos de patatas. Y todos los días, los gigantes se lamentaban por no poder tener uno de esos sacos para poder hacer un rico guiso en el puchero. Un día, al pasar junto a los gigantes, se cayó un saco de patatas del carro. El carretero no se dio cuenta y siguió su camino. En cuanto el carro desapareció los gigantes se tiraron a por el saco de patatas.

Lorenzo el hipopotamo

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Lorenzo el hipopotamo Lorenzo vivía junto a una laguna en la sabana. Él era un hipopótamo muy sociable y tenía muchos amigos, tanto hipopótamos como él, como también otros animales. El hipopótamo era muy bondadoso, solidario y amistoso. Pero a pesar de eso no se sentía muy feliz, Lorenzo siempre veía las cualidades de los demás y sentía que él no tenía ninguna. Lorenzo veía correr a las gacelas y admiraba su velocidad y agilidad. Él, en cambio, era muy lento y se sentía torpe. También, veía a los monos treparse a los árboles, cosa que le parecía muy divertida.

Pinocho

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Pinocho (Pinocchio) Hola, ¿quien eres? Yo me llamo Pinocho. Puedes salir y jugar conmigo si quieres. El grillo tuvo un poco de miedo, pero acabó saliendo. Se hicieron rápidamente amigos y empezaron a jugar y a reír. Armaron tal estruendo que despertaron a Gepetto. Cuando vio que su sueño se había cumplido y Pinocho había cobrado vida lo abrazó con todas sus fuerzas y comenzó a reír. - ¡Qué alegría Pinocho! Haré de tí un niño bueno y aplicado. Aunque para eso deberías ir a la escuela… Sí, ya se. Irás mañana mismo como todos los niños.