Diamantes y sapos
Audio Type:
story
Language:
English Title:
Diamonds and Toads
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Duration:
7:02
Transcript:
Este cuento se llama Diamantes y sapos escrito por Charles Perrault. Esta es una adaptación y grabación de LibraryCall.
Érase una vez una viuda que tenía dos hijas. La mayor, Viviana, se parecía a su madre tanto física como moralmente. Ambas eran muy orgullosas y desagradables. Pero la hija menor, Isabela, tenía buenos modales y un carácter agradable.
La viuda mimaba a su hija mayor, dándole a Viviana mucha ropa nueva y comida cara. Mientras tanto, la madre detestaba a Isabela, haciéndola trabajar todo el día solo para comer los restos de comida que dejó su hermana. Entre otras cosas, la pobre muchacha había de hacer dos viajes diarios a la fuente del pueblo, que estaba muy lejos de la casa, para traer una jarra llena de agua.
Un día, Isabela acababa de llenar su jarra en la fuente, cuando una anciana temblorosa dijo con voz reseca: “¿Puedo darme un poco de agua de tu jarra?”.
"Sí, claro, señora", respondió la muchacha. Feliz de mostrar bondad a otra persona, Isabela sostuvo la jarra mientras la anciana tomaba un gran trago.
Después de que terminó de beber, la anciana miró a Isabela y sonrió. No era la vieja campesina que parecía. ¡Era, de hecho, un hada que premiaba las buenas acciones!
"Tu cara es amable y tu corazón es amoroso", dijo el hada. "Por tu amabilidad, te concederé un don", dijo el hada. "Con cada palabra que hables, una flor o una piedra preciosa saldrá de tu boca".
"¡Muchas gracias!" le dijo al hada. "Lo siento, pero tengo que irme. Mi madre está esperándome.". Y Isabela se fue apresurada.
Cuando la joven llegó a casa, su madre la reprendió por haber estado fuera tanto tiempo. "¿No sabes que tu hermana y yo hemos estado aquí sentados muriéndonos de sed?", dijo.
"Favor de perdonarme, mamá", pidió la pobre Isabela. Para asombro de todos, mientras Isabela hablaba, de sus labios salieron perlas y diamantes.
"¡Dios mio! ¿Cómo es posible, querida?" dijo la madre. Era la primera vez que la llamaba “querida''.
Feliz de tener la atención de su madre, la niña compartió con entusiasmo lo que había sucedido con la anciana en la fuente. Mientras hablaba, seguían cayendo de su boca diamantes y delicadas rosas.
La madre llamó a su hija favorita. “¡Viviana! ¡Ven! ¡Debes ver lo que puede hacer tu hermana!"
"¿No te gustaría este mismo don, mija?" preguntó la madre a su hija mayor."Ve a la fuente y trae la jarra de agua. Si una anciana te pide de beber, trátala cortésmente y ofrécele la jarra".
“¡Qué asco! ¡Nunca dejaría que una vieja campesina bebiera de nuestra jarra! Además, ¡la fuente está tan lejos! " la chica se quejó.
La madre, finalmente perdiendo la paciencia, dijo: “¡Vete! ¡Y hazlo de inmediato! " Entonces, Viviana tomó la jarra y obedeció malhumorada.
Tan pronto como llegó a la fuente, apareció una mujer ricamente vestida y le pidió a Viviana un trago de su jarra.
"¿Crees que he venido aquí para servirte agua?" respondió la joven con todo el orgullo de que era capaz. “¿Te imaginas que traigo mi preciosa jarra plateada para esto? Pero si eres tan exigente, ¡llénatelo tú mismo y bebe! "
Bueno, la dama ricamente vestida era en realidad el hada de las buenas acciones con un nuevo disfraz. “Pues bien, como eres tan arrogante e irrespetuoso, te concederé este don: con cada palabra que hables, saldrá de tu boca una serpiente o un sapo.” Y dicho esto desapareció.
La muchacha corrió a casa llorando.
“Dime qué pasó, Viviana,” dijo su madre, impaciente por ver caer joyas de su boca. Pero cuando Viviana empezó a hablar, para horror de la madre, saltaron seis sapos.
"¡Es tu culpa que estamos en este lío, Isabela!" gritó la madre. "¡Sal de mi casa, no quiero verte otra vez!"
Esa noche, Isabela vagó por el bosque sintiéndose miserable. Después de un rato, se derrumbó en el suelo del bosque llorando.
El hijo del Rey, al regresar de un viaje, la encontró así. "¿Por qué estás llorando?" preguntó con compasión.
"Mi madre me ha sacado de casa y no estoy segura de qué hacer", le dijo. Mientras hablaba, de sus labios caían perlas y diamantes.
El príncipe le ofreció un lugar para quedarse en el palacio. Con el tiempo, los dos se enamoraron y se casaron. Todo el reino se enriqueció con los dones de Isabela.
Mientras tanto, la hija egoísta siguió escupiendo serpientes y sapos de su boca hasta que aprendió a cuidar lo que decía.
Este fue Diamantes y sapos escrito por Charles Perrault. Esta fue una adaptación y grabación de LibraryCall.