Winnie-the-Pooh y las abejas
Audio Type:
story
Language:
English Title:
Winnie-the-Pooh and the Bees
Tags:
Audio File:
Duration:
12:21
Transcript:
Este cuento se llama Winnie the Pooh y las abejas, escrito por A.A. Milne. Esta es una adaptación y grabación de LibraryCall.
Érase una vez, hace muchísimo tiempo, más o menos el viernes pasado, un osito llamado Winnie the Pooh vivía sola en un bosque.
Un día cuando salió caminando, llegó a un claro en medio del bosque, y en el medio de este lugar había un gran roble. Desde lo alto del árbol, oyó un fuerte zumbido.
Winnie the Pooh se sentó al pie del árbol, puso la cabeza entre sus patas y comenzó a pensar.
Primero pensó, “Ese zumbido significa algo. No se encuentra un zumbido como ese– bzzzzz bzzzzzz– sin que significa algo. Si hay un zumbido, es porque alguien está haciendo un zumbido, y la única razón para hacer un zumbido que yo conozco es porque eres una abeja.”
Luego pensó otro largo tiempo y decidió: "Y la única razón que se me ocurre para ser una abeja es hacer miel".
Y entonces se levantó y declaró: "Y la única razón para hacer miel es que yo me la pueda comer". Así que comenzó a trepar al árbol.
Trepó y trepó y trepó, y mientras trepaba, cantaba una cancioncita para sí mismo.
¿No es gracioso,
Cómo un oso,
ama la miel
y a la miel es fiel?
Zumbido, zumbido,
Arriba ha subido.
Trepó un poco más ... y un poco más... y un poco más alto. Para entonces ya había pensado en otra canción.
Si yo fuera una abeja,
y pudiera volar,
Subir tan alto
No sería irregular.
Se estaba cansando bastante en ese momento, pero casi había llegado al nido de abejas. Si solo se parara en esa rama ...
¡Crac!
"¡Ayúdame!" dijo Pooh, mientras se dejaba caer tres metros sobre la rama debajo de él.
"Si no hubiera…" dijo, rebotando seis metros más hasta la siguiente rama.
"Lo que tenía la intención de hacer", explicó, mientras se estrellaba contra otra rama diez metros más abajo, "Lo que tenía la intención de hacer—"
"Es cierto que——" admitió, mientras caía rápidamente a través de las siguientes seis ramas.
"Es todo porque, supongo", decidió, despidiéndose de la última rama y aterrizando con gracia en un rosal, "todo es porque amo tanto a la miel. ¡Oh, ayúdame!"
Se arrastró fuera del rosal, se quitó las espinas de la nariz y empezó a pensar de nuevo. Y la primera persona en la que pensó fue en su amigo Christopher Robin, un niño de unos seis años.
Así que Winnie the Pooh fue a visitar a Christopher Robin, que vivía detrás de una puerta verde en otra parte del bosque.
"Buenos días, Christopher Robin", dijo.
"Buenos días, Winnie the Pooh", dijo Christopher Robin.
"¿Tienes un globo?"
"¿Un globo?"
“Sí, mientras venía, me dije a mí mismo: 'Me pregunto si Christopher Robin tiene un globo.' Eso es lo que me dije a mí mismo, pensando en globos y cosas…"
"¿Para qué quieres un globo?" dijo Christopher Robin.
Winnie the Pooh miró a su alrededor para ver que nadie escuchaba, puso la pata al hocico y dijo en un susurro profundo: "¡Miel!"
"¡Pero no se obtiene miel con globos!"
"Yo sí", dijo Pooh.
Bien, por coincidencia, Christopher Robin había asistido a una fiesta el día anterior en la casa de su amigo Puerquito, y había globos en la fiesta. Christopher Robin había elegido un gran globo verde; y uno de los parientes de Conejo había elegido uno azul y lo había dejado. Entonces, Christopher Robin se había llevado a casa los dos– el globo verde y el globo azul.
"¿Cuál prefieres?" le preguntó a Pooh.
Pooh puso su cabeza entre sus patas y pensó cuidadosamente.
"Bueno", dijo, "cuando vas a por miel con un globo, lo más importante es que las abejas no te ven venir. Si tienes un globo verde, las abejas podrían pensar que solo eres parte del árbol, y no te notan; y si tienes un globo azul, podrían pensar que eres parte del cielo, y no te notan, y la cuestión es: ¿Cuál es mejor?"
"¿No crees que te verían a ti debajo del globo?" preguntó Christopher Robin.
"Tal vez, tal vez no", dijo Winnie the Pooh. "Nunca se sabe con las abejas". Pensó un momento y dijo: "Intentaré parecer una nubecita gris. Eso las engañará".
"Entonces será mejor que elijas el globo azul", dijo Christopher Robin; y así se decidió.
Salieron los dos con el globo azul, y Christopher Robin se llevó su tirachinas, por si acaso, como siempre. Winnie the Pooh fue a un charco que él conocía y rodó y rodó hasta que estuvo completamente cubierto de barro. Y luego, cuando el globo se infló a lo grande, Pooh subió flotando con gracia hasta que llegó a la altura de la copa del árbol.
"¡Hurra!" gritó Christopher Robin.
"¿No es maravilloso?" gritó Winnie the Pooh. "¿Qué te parezco?"
"Pareces un oso agarrado a un globo", dijo Christopher Robin.
"¿Estás seguro?", dijo Pooh con ansiedad. "¿No como una nubecita gris en el cielo azul?"
"No mucho."
"Bueno, tal vez desde aquí arriba se ve diferente. Y, como dije, con las abejas nunca se sabe".
No había viento que lo empujara más cerca del nido de abejas, así que allí se quedó. Podía ver la miel, podía oler la miel, pero no podía alcanzar la miel.
Después de un rato, gritó con un fuerte susurro: "¡Christopher Robin!"
"¿Qué?"
"¡Creo que las abejas sospechan algo!"
"¿Algo de qué?"
"No lo sé. ¡Pero algo me dice que sospechan!"
"Tal vez piensan que quieres quitarles la miel".
"Puede ser eso. Con las abejas nunca se sabe".
Después de otro breve momento de silencio, Pooh volvió a llamar: "¡Christopher Robin!".
"¿Sí?"
"¿Tienes un paraguas en la casa?"
"Creo que sí."
“Me gustaría que lo trajeras aquí, y caminaras con él arriba y abajo, diciendo ‘Vaya, vaya, parece que va a llover'. Creo que, si hicieras eso, ayudaría a engañar a las abejas".
Christopher Robin se rió para sí mismo, "¡Oso tontorrón!" Pero no lo dijo en voz alta porque le quiere mucho a Winnie the Pooh. Fue a casa a buscar el paraguas.
"¡Ah, ahí estás!" gritó Pooh, tan pronto como Christopher Robin regresó al árbol. "Ya me estaba poniendo ansioso. He descubierto que las abejas ahora están definitivamente sospechosas".
"¿Quieres que levante el paraguas?" dijo Christopher Robin.
"Sí, pero espera un momento. Debemos ser prácticos. Lo importante es engañar a la abeja reina. ¿Puedes ver cuál es la abeja reina desde allí?"
"No."
“Una lástima. Bueno, de todos modos, si te paseas arriba y abajo con el paraguas, diciendo: 'Vaya, vaya, parece que va a llover', yo por mi parte cantaré una cancioncita de nube que cantaría una nube cualquiera.”
Entonces, mientras Christopher Robin se paseaba arriba y abajo con el paraguas, Winnie the Pooh cantó esta canción:
Solo soy un nubecito,
Que no come miel.
Como no soy un osito,
¡Picarme sería cruel!
Las abejas seguían zumbando tan sospechosamente como siempre. Algunas incluso dejaron sus nidos y volaron alrededor del nubecito como comenzaba el segundo verso de esta canción, y una abeja se posó en la nariz del nubecito por un momento, y luego se marchó.
"Christopher—ay!—Robin," gritó la nube.
¿Sí?
"He estado pensando y he llegado a una decisión muy importante: Estas no son buenas abejas.”
“¿No?”
"No. Así que creo que estas abejas no harían buena miel, ¿no crees?"
"Si tú lo dices…”
"Así que creo que bajaré".
"¿Cómo?" preguntó Christopher Robin.
Winnie the Pooh no había pensado en esto. Si soltaba la cuerda, se caería de un golpe y no le gustaba la idea. Así que pensó durante mucho tiempo, y luego dijo:
"Christopher Robin, debes disparar al globo con tu tirachinas. ¿Tienes una buena piedra que puedas lanzar?"
"Por supuesto que sí", dijo Christopher Robin. "Pero si hago eso, dañará el globo".
"Pero si no lo haces", dijo Pooh, "tendré que soltar la cuerda, y eso me dañaría yo".
Cuando lo expresó así, Christopher Robin vio lo que debía hacer, así que apuntó su tirachinas con mucho cuidado al globo, tiró de la banda elástica y disparó la roca.
"¡Ay!" dijo Pooh.
“¿He fallado?” preguntó Christopher Robin.
"No fallaste exactamente", dijo Pooh, "pero no le disparaste al globo".
"Lo siento mucho", dijo Christopher Robin, y lo intentó de nuevo, esta vez perforando el costado del globo con la roca. El aire empezó a salir despacito y Winnie the Pooh bajó flotando hasta el suelo.
Los brazos de Winnie the Pooh estaban tan rígidos por sujetar la cuerda del globo durante tanto tiempo que no pudo bajarlos en una semana, y cada vez que una mosca se le posaba en la nariz, tenía que soplarla con un "¡Pu!" Y creo, pero no estoy seguro, que por eso siempre lo llamaron Pooh.
Gracias por escuchar Winnie the Pooh y las abejas escrito por A.A. Milne. Esta fue una adaptación y grabación de LibraryCall.