El conejito Fufu
Audio Type:
story
Language:
English Title:
Little Bunny Foo-Foo
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Duration:
8:14
Transcript:
Este cuento se llama El Conejito Fufu escrito por Madeline Walton-Hadlock y leído por Lorena Romero. Este cuento es basado en la canción infantil del mismo nombre. Esta es una grabación de LibraryCall.
El Conejito Fufu siempre estaba haciendo travesuras. Cuando su abuelita le decía que se lavara los dientes, usaba su cepillo de dientes para peinarse sus orejas grises. Durante la cena, se le olvidaban sus modales. Sorbía su sopa de zanahoria bien rápido y no se quedaba quieto en su silla. Era difíci hacerlo cuando su cuerpo siempre tenía ganas de saltar. Le encantaba mirar los colores de la primavera en el jardín, pero no podía evitar mordisquear los tulipanes y narcisos tan preciosos de su abuelita. Se veían tan sabrosos.
Un día, el Conejito Fufu estaba saltando por el bosque cerca de su casa cuando vio a un ratoncito recogiendo fresas silvestres de un lugar soleado al borde del bosque. ¡Fresas de primavera! Él casi podía saborearlas: serían dulces y un poco amargas, y sus semillas diminutas se le atraparían en los dientes. Saltó hacia el arbusto de fresas y comenzó a morder a las frutas directamente de la planta, devorándolas tan rápido como pudo.
"¡Oye!", dijo el ratoncito. “¡Deja de comerte toda la fruta!”
“Esta fruta no es tuya”, dijo el Conejito Fufu, con los cachetes llenos de fresas.
“Pero yo las encontré primero, y te la estás comiendo toda”.
"¡No, no es cierto!"
"¡Sí, eres un conejito codicioso!"
El Conejito Fufu se sentío muy enojado. No sabía qué hacer, así que agarró al ratoncito fastidioso y lo golpeó en la cabeza.
"¡Ay!", dijo el ratoncito, y se fue llorando.
Cerca de ahí, la abuela del Conejito Fufu estaba trabajando en su jardín. Escuchó la conmoción entre su nieto y el ratoncito, y cuando ella miró hacia ellos, vio lo que el Conejito Fufu le hizo al ratoncito.
“Ese conejito necesita aprender a comportarse mejor,” murmuró la abuela. Mirando alrededor del jardín, se le ocurrió una idea. Se envolvió de flores de la cabeza a los pies en flores y colocó dos hojas de lirio de cala grandes en su espalda como si fueran alas de hada. Con un aspecto muy diferente, saltó hacia el Conejito Fufu junto al arbusto de fresas.
“¡Conejito Fufu!” dijo con voz de hada. “No quiero verte golpeando a ratoncitos en la cabeza”.
El Conejito Fufu saltó sorprendido. Con el jugo de fresa goteando de su boca, preguntó: "¿Quién es usted?"
"Soy el Hada Buena. Es mi trabajo asegurar que las criaturas del bosque se traten con amabilidad entre sí".
“Está bien, pero el ratoncito me dijo que estas fresas eran suyas, ¡pero son de todos!”
"¿Y eso no te pareció justo?"
“No!”
"¿Intentaste hablar con el ratoncito?"
“No.”
"¿Qué hiciste?", le preguntó el hada.
Pausó y admitió en voz baja: "Me enojé y le di un golpe en la cabeza".
“Te daré dos oportunidades más”, le dijo el hada. “Si no puedes tratar al ratoncito con amabilidad, tendré que convertirte en un monstruo”.
Con esas palabras, el hada se fue saltando.
“Qué hada tan extraña”, pensó el conejito Fufu. "Ella me recuerda a alguien".
Pensó un poco más. “No quiero ser un monstruo. Trataré de comportarme mejor mañana”.
A la mañana siguiente, el Conejito Fufu se despertó pensando en las fresas maduras y rojas. Saltó de la cama y corrió hacia las plantas de fresa en el borde del bosque. Claro, el ratoncito ya estaba ahí comiendo la fruta.
"Hola", le dijo Conejito Fufu.
"Vete", dijo el ratoncito. "Eres malo".
El conejito Fufu ya estaba empezando a enfadarse. Trató de hacer lo que el Hada Buena sugirió y preguntó: "¿Tal vez podríamos compartir las fresas?"
"¡No! Yo las encontré primero. ¡Vete!"
Las orejas del conejito Fufu comenzaron a arder. Sus bigotes hormiguearon, y sintió una pequeña explosión que comenzaba a formarse en su garganta.
“Por favor. Comparte. Las. Fresas”, dijo el Conejito Fufu enfadado.
“No”, dijo el ratoncito.
Ya era todo. El Conejito Fufu no pudo detenerse. Agarró al ratoncito y… ¡BOP!
“¡Ayyyyyyyy!” dijo el ratoncito, sosteniendo su cabeza. Se escurridió llorando otra vez.
La abuela de Conejito Fufu había estado vigilando esta situación desde su jardín. Suspiró y se puso su traje de hada.
Ella saltó al arbusto de fresas y dijo con una voz de hada, “Conejito Fufu. ¡Dije que no quería verte agarrando y golpeándo a los ratoncitos”.
"¡Hada Buena! Yo... Solo le estaba dando palmaditas en la cabeza," mintió.
"Entonces, ¿por qué se fue llorando el ratoncito?"
Las orejas de Conejito Fufu cayeron. "Lo siento. ¡Es que él me hizo sentir tan enojado! No está compartiendo conmigo".
“Conejito Fufu, mantener la calma depende de ti. Esta es tu última oportunidad. Si no puedes tratar al ratoncito con amabilidad, tendré que convertirte en un monstruo”. Ella le dirigió una mirada dura y se fue.
"Esa hada de veras que me recuerda a alguien", murmuró el conejito.
Al siguiente día, Conejito Fufu estaba determinado a comportarse mejor. Su plan era evitar el arbusto de fresa por completo.
Ñam, ñam, ñam. Pero ahí estaba el ratoncito, comiendo ruidosamente las jugosas fresas rojas. ¡El Conejito Fufu no pudo resistir! Se acercó al arbusto de fresa con cuidado, listo para ser amable con el ratoncito.
"Ejem. Hola, querido ratoncito", dijo el Conejito Fufu.
"¡¿Tú otra vez?! ¡Vete conejito apestoso!”
El Conejito Fufu respiró profundamente. "Perdóname por haberte golpeado en la cabeza ... Dos veces".
“¡Ja!”
“¡DIJE, perdóname por haberte golpeado en la cabeza! Ahora te toca decir: 'Te perdono'''.
"¡Ja!" El ratoncito ignoró al conejito y siguió masticando.
"¿Me oíste? ¡Me estoy disculpando por golpearte en la cabeza! ¿Tienes algo que decirme?”
“Si. ¡Vete!”
El Conejito Fufu sintió que algo hirviendo en lo más profundo de su vientre. El calor se le subío a la cabeza y sintió como si le saliera vapor por las orejas, [steaming kettle sound effect] igual que a la tetera caliente de su abuela cuando empezaba a silbar y burbujear.
“¡Oh… me haces enojar tanto!” gritó, levantando el ratoncito y golpeándolo en la cabeza. Y claro, el ratoncito se fue llorando una vez más.
El Conejito Fufu miró a su alrededor nerviosamente, esperando que el Hada Buena no lo hubiera visto perder la calma. Pero no tuvo mucha suerte porque aquí venía de nuevo el Hada Buena. “Ay, Conejito Fufu, te he dado tres oportunidades, y esa fue tu tercera y última oportunidad. Lamento decir que ahora debo convertirte en un monstruo”.
El Hada Buena metió la mano en su bolsillo, tomó un puñado de polvo mágico y ¡Puf! El aire estaba lleno de humo verde y el Hada Buena desapareció.
El Conejito Fufu, quien pensó que ahora era el Monstruo Fufu, tosió y lloró en voz baja. Se levantó y comenzó a saltar hacia su a casa lentamente. En su camino, pasó por un estanquito y se detuvo para mirar su reflejo en el agua. En lugar de ver un conejito gris con orejas alegres, vio una criatura verde con pelaje sucio en el reflejo. Claro, ahora era un monstruo, pero prometió ser un monstruo que nunca más volvería a golpear a otro animalito.
Mientras tanto, en la casa, su abuela guardó su disfraz de hada y su frasco de polvo mágico verde, que en realidad era espinaca en polvo, y comenzó a preparar una taza de té para compartir con su nieto.
Gracias por escuchar El Conejito Fufu escrito por Madeline Walton-Hadlock y leído por Lorena Romero. Esta fue una grabación de LibraryCall.